En el momento en que salí de la habitación, fui a la oficina de Alaia. Había un lobo haciendo guardia. Me alegré de que no fuera Jace o Chris. Era uno joven, así que convencerlo de que me dejara pasar podría ser fácil. Al acercarme a él, percibí un abrumador olor a sexo en el aire. Casi vomito por el olor.
Él notó mi expresión y comenzó a olerse a sí mismo.
—¿Huele tan mal? —me preguntó.
—Si el Alpha regresa y te huele así, podría malinterpretarlo y... —Hice el gesto de cortar el cuello y vi cómo el joven lobo palidecía—. No te preocupes. Vigilaré tu puesto. Solo date prisa.
El joven lobo salió corriendo de allí. Tan pronto como dobló la esquina, intenté abrir la puerta de la oficina de Alaia y se abrió. Me sorprendió que no estuviera cerrada con llave después de lo que pasó con María antes.