¿Incluso los chupetones pueden ser tan aterradores? Parte 1

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Sylvia devoró rápidamente la comida de su plato y lo dejó a un lado.

Normalmente tenía un apetito más voraz, pero por alguna razón, hoy no se sentía tan hambrienta.

Colocó el plato vacío a su lado en la mesa lateral sumida en sus pensamientos, cuando su rostro se sonrojó al pensar por qué se había quedado satisfecha tan fácilmente hoy.

Agarró las sábanas de la cama con fuerza y dio un par de vueltas, riendo y chillando, mareada de alegría, y solo entonces saltó para cambiarse rápidamente.

Mikel le había pedido que mantuviera la cabeza baja y permaneciera lo más discreta posible en el castillo del Rey, así que Sylvia escogió un vestido verde claro descolorido y apagado.

Luego se lavó la boca y la cara y bajó saltando, tarareando suavemente.

—Buenas tardes, querida —Jane la saludó al pie de las escaleras con una brillante sonrisa en su rostro, haciendo que Sylvia casi tropezara ya que no esperaba encontrarla allí.