Para demostrar lo seria que era y lo poco tiempo que tenía para perder en el asunto, Phoebe miró el reloj en su muñeca, suspiró y se dio la vuelta, como si fuera a marcharse.
Era cierto que tenía otras tareas que cumplir, habiendo pasado cerca de cuatro horas rastreando el fantasma de Susie. No había desayunado y tenía una cita esperando en el café. No era Collin Mayfair sino un cliente fantasma.
Sin volverse, hizo un gesto a Connie y al espíritu Sajón.
—Vámonos, tenemos más asuntos fantasmales que atender.
El corazón del Detective Shark casi se detuvo cuando se dio cuenta de que Phoebe hablaba completamente en serio sobre renunciar a sacarle las respuestas a Susie. ¿Dónde quedaría él si ella se marchaba? Si no resolvía el caso, se convertiría en el hazmerreír nacional.
Tiró de su chaqueta y la hizo retroceder.
—Tenemos un trato —siseó.