—Los pájaros del mismo plumaje tienden a volar juntos.
Un dicho que es de la Tierra.
—Gente como ellos, despreciables de principio a fin, siempre parecían encontrarse entre sí.
Como malezas en un campo, se agrupaban, alimentándose de la podredumbre del otro. Traficantes de esclavos, líderes de pandillas y nobles que hacían la vista gorda ante la corrupción, todos prosperando dentro del mismo vientre putrefacto. A su manera retorcida, se sostenían la malicia mutuamente, validando cada acto vil en nombre del poder, el control o la riqueza.
«¿Pero es justo meterlos a todos en la misma categoría?», me pregunté, mis pensamientos oscureciéndose. Por todo el mal que sabía que eran capaces de hacer, era una realización inquietante. No sabía nada de ellos individualmente. ¿Era yo mejor, descartando su valor con un juicio tan general? ¿Tenía el derecho de juzgar tan fácilmente, de decidir que todos merecían ser condenados? ¿Era yo realmente diferente por verlos a todos de la misma manera?