Cuartos de final (4)

Cuando Zerah se abalanzó hacia adelante, el cuerpo de Valeria se quedó completamente inmóvil. Todo el arena pareció contener la respiración, los vítores de la multitud vacilaron mientras el silencio descendía como un velo.

Valeria no se movió, ni se estremeció, su Zweihänder se mantuvo firme pero inmóvil. Sus ojos se cerraron, su respiración era uniforme, como si estuviera en un estado de inmensa concentración. Para algunos, parecía una rendición—una caballero resignándose a su destino. Para otros, era algo completamente diferente.

—¿Se está rindiendo? —murmuró un espectador, la incertidumbre ondulando por las gradas.

—No —contradijo otro, su voz teñida de asombro—. Mírala... se está preparando.

La mirada de Zerah se agudizó mientras acortaba la distancia, su sable encendiéndose con un viento feroz y aullante. Empujó su cuerpo al límite, su maná rugiendo desde su núcleo en oleadas, potenciando su último y desesperado golpe.