Pequeños

La posada estaba llena de energía, el aire cargado de charlas y el tintineo de jarras. Aventureros, comerciantes y espectadores del recién concluido torneo abarrotaban las mesas, sus voces se superponían en una caótica mezcla de risas, fanfarronadas y acalorados debates sobre los combates. El cálido resplandor de las linternas se derramaba por las paredes de madera, añadiendo un tono dorado a la bulliciosa escena.

En el centro del caos, Liora se movía entre las mesas, su alegre voz cortando el ruido.

—¡Ya va! ¡Dos cervezas y un plato de jabalí asado! —gritó, equilibrando expertamente una bandeja cargada de bebidas y platos. Se movía entre la multitud como un pez en el agua, su sonrisa inquebrantable a pesar de las crecientes demandas.