Salvado

"""

Manco y Shelia se movían por las calles tenuemente iluminadas de Thornridge, sus pasos amortiguados contra los adoquines húmedos. La vida de la ciudad se había retirado con el sol, dejando solo linternas dispersas que proyectaban su escaso resplandor en los callejones. El aroma a piedra mojada se mezclaba con el humo de leña, y en algún lugar distante, un perro ladraba—un sonido solitario y hueco tragado por la oscuridad.

Shelia se ajustó más la capa alrededor de los hombros, sus ojos agudos parpadeando hacia cada sombra. —Se siente como si la ciudad contuviera la respiración —murmuró.

Manco asintió, manteniendo su voz baja. —Siempre lo hace cuando las serpientes empiezan a deslizarse.