Jayan (2)

El patio estaba en silencio, salvo por las respiraciones entrecortadas de los ancianos quebrantados y el suave zumbido de la espada de luz estelar de Lucavion. Sus palabras resonaban en la mente de Jayan, un cruel estribillo del que no podía escapar.

«Rata Jayan...»

El nombre reverberaba a través de ella como el tañido de una campana, cada repetición un golpe de martillo a su espíritu ya desmoronado. Rata Jayan. Una criatura que se escurría en la oscuridad. Una traidora. Una cobarde. Las palabras parecían enroscarse a su alrededor, atándola en una verdad inquebrantable.

Su mirada permaneció fija en Lucavion, cuya figura se erguía como una sombra implacable contra el caos que los rodeaba. Sus ojos oscuros la atravesaban hasta el centro, su expresión no mostraba piedad ni simpatía. Él era el heraldo del juicio que ella se había ganado—sus elecciones lo trajeron aquí, sus pecados lo habían convocado.

Y entonces, lo vio.