Elara estaba de pie en los muelles, la brisa marina tirando suavemente de su cabello dorado mientras observaba la bulliciosa escena a su alrededor. A pesar del parloteo de la tripulación, el ritmo constante de las botas contra la madera y las ocasionales órdenes gritadas por los oficiales cercanos, su atención se dirigía hacia su interior.
«Esto es», pensó, apretando ligeramente el bastón en sus manos. Sus palmas se sentían húmedas a pesar del aire fresco. «La primera batalla real. Sin campos de entrenamiento controlados, sin mentores observando desde los laterales. Solo yo, mi magia y...». Miró a su alrededor a los aventureros y mercenarios reunidos, su mirada deteniéndose en los rostros endurecidos y el equipo desgastado. «Esta gente».