La respiración de Elara se entrecortó cuando la primera criatura rompió la superficie del agua. La forma grotesca, su cuerpo retorcido brillando húmedamente bajo la luz del sol, le provocó un escalofrío de inquietud. Luego apareció otra. Y otra más. Pronto, el horizonte era una masa retorcida de monstruosidades. Su agarre en el bastón se tensó, sus nudillos blanqueándose.
«Concéntrate», se dijo a sí misma, con el corazón latiendo en su pecho. La voz de su maestro resonó en su mente: El miedo es natural. Contrólalo, o te controlará a ti.
—Lady Elara —llamó Cedric, su voz firme mientras subía a la plataforma más cercana a la de ella. Su espada estaba desenvainada, su filo brillando—. Quédate detrás de la línea. Eres la clave para mantener esta formación. Lo tenemos bajo control.