Espadas Envainadas (2)

La mirada de Aeliana permaneció fija en la figura del espadachín, Luca, incluso cuando la tensión en el aire comenzó a disiparse. El duelo había sido rápido, brutalmente rápido. No fue una batalla prolongada de desgaste sino un preciso y devastador desmantelamiento de la habilidad y el orgullo de Cedric. La pura eficiencia del mismo la había dejado tanto fascinada como inquieta.

«Un solo choque», pensó, sus dedos enguantados golpeando contra el reposabrazos de su silla. «¿Solo un choque y todo terminó? ¿Es eso normal?»

Con su curiosidad desbordante, giró su rostro velado hacia Madeleina, quien permanecía silenciosamente a su lado.

—Madeleina —comenzó, su voz tranquila pero con un toque de intriga—. Lo que acabo de ver... ¿es común? ¿Los duelos terminan así de rápido?

Los labios de Madeleina se tensaron, su expresión pensativa.