Elara frunció los labios, mirando fijamente a Luca mientras él se apoyaba casualmente contra la barandilla, con su sonrisa implacable. Podía sentir el calor subiendo nuevamente a sus mejillas, pero se negó a darle la satisfacción de verla alterada.
—Realmente eres imposible —murmuró, su voz llevando una mezcla de molestia y resignación.
—¿Imposible? —repitió Luca, con tono ligero y burlón—. Creo que la palabra que buscas es encantador. Es un error común.
Elara cruzó los brazos firmemente, entrecerrando los ojos.
—¿Encantador? Tienes que estar bromeando.
—Para nada —respondió suavemente, gesticulando hacia sí mismo—. Es decir, mírame. Salvando vidas, contando chistes, luciendo así de bien mientras lo hago—es un paquete completo.
Ella rodó los ojos tan fuerte que casi se preocupó de que se quedaran atascados.
—Eres tan encantador como un hechizo de congelación en pleno verano.