—Parece que nuestra conversación ha terminado.
El corazón de Aeliana latía con fuerza en su pecho, su mente luchando por procesar lo que estaba sucediendo. El Kraken. Estaba aquí. Y venía por ellos—no, no por ellos. Por ella. Podía sentirlo, una atracción primaria e instintiva que le hacía estremecer la piel. El resplandor a su alrededor se intensificó, la luz haciéndose más brillante, más errática, como si respondiera a la presencia de la criatura.
La mirada de Luca volvió hacia ella, sus ojos oscuros encontrándose con los suyos por un brevísimo momento. Había algo en su expresión—algo que no podía identificar del todo. No era miedo, no era preocupación, sino... ¿anticipación? ¿Resignación? No podía decirlo. Y luego él se dio la vuelta, su atención desplazándose hacia el tentáculo que descendía.