—Vacío.
La palabra se deslizó de mis labios, apenas por encima de un susurro, pero llevaba el peso de todo lo que había estado perdiendo.
El campo de batalla, el calor abrasador del rayo cósmico del Kraken, las cicatrices fundidas dejadas a su paso—nada de eso importaba en ese único momento.
Porque ahora, lo entendía.
Mi agarre se tensó alrededor de mi estoque mientras la realización se asentaba en mis huesos, entrelazándose a través de mis pensamientos con una claridad inquebrantable.
[Espada de la Caída de la Estrella Vacía.]
La técnica que mi maestro me había enseñado. La técnica que había pasado años perfeccionando. La base de mi esgrima.
Y sin embargo, nunca la había cuestionado.
—Maestro —le había preguntado una vez, volviéndome hacia Gerald en medio del entrenamiento, con el sudor goteando por mi frente—. ¿Por qué le diste ese nombre a la técnica?
Había sido una pregunta ociosa en ese momento. Una curiosidad, nada más.