Vacío (2)

Todo cambió.

El campo de batalla, los chillidos del Kraken, las cicatrices fundidas dejadas a raíz de su destrucción cósmica —todo se sentía distante. Como si hubiera dado un paso más allá del mundo físico.

Porque algo dentro de mí había cambiado.

Podía sentirlo.

El Vacío.

Las estrellas en mi núcleo ya no estaban separadas, ya no eran fragmentos dispersos de poder unidos por conexiones tenues. Habían sido atraídas hacia adentro, arrastradas hacia algo nuevo —algo más denso, más pesado, más absoluto.

No otra estrella.

No una cadena de luces conectadas por delgados hilos de energía.

Sino un centro.

Una singularidad.

Una gravedad como nunca antes había sentido.

Inhalé.

Y cuando lo hice, el aire mismo a mi alrededor respondió.

La energía se enroscó alrededor de mi forma, espesa y sin peso al mismo tiempo. Mis sentidos se expandieron, se agudizaron, se estiraron hacia algo más amplio, algo más profundo.

Y entonces

Lo sentí.

Un tirón.

Una presencia.