Sueño

Aeliana exhaló, sus dedos inconscientemente apretándose contra sus rodillas.

Las palabras de su madre volvieron a flotar en su mente.

—Hija mía... un día, conocerás a alguien que será la única razón para que vivas... Nunca dejes ir a esa persona.

Y ella lo supo.

Era él.

Lucavion.

La manera en que se había parado frente a ella. La forma en que no había retrocedido. Cómo había luchado, incluso cuando su cuerpo apenas se mantenía unido.

Incluso ahora, podía verlo.

Sus heridas.

Algunas habían sanado, pero no completamente. Había parches de piel desgarrada, leves restos de cortes que habían sido lo suficientemente profundos como para llegar hasta el hueso. Su respiración era constante, pero de vez en cuando, se entrecortaba—solo ligeramente, lo suficiente para indicarle que su cuerpo aún se estaba recuperando.

Y en aquel entonces

Cuando había luchado contra el Kraken

Había estado en mucho peor estado.

Aeliana apretó la mandíbula.

Lo sabía.

Luca podría haberla dejado morir.