¿Salvador?

El Duque Thaddeus permaneció inmóvil. Su mirada penetrante se clavó en el joven frente a él, no con furia, sino evaluándolo. Las paredes de la caverna parpadeaban con el resplandor inquietante de la roca bioluminiscente, proyectando sombras cambiantes sobre la piedra y el agua—pero nada de eso importaba ahora.

Porque este Luca estaba justo frente a él.

Vivo.

Y eso

Eso era lo más imposible de todo.

La expresión de Thaddeus permaneció indescifrable, su voz lenta, deliberada.

—Sí —dijo al fin—. He oído hablar de ti.

La sonrisa burlona de Luca se ensanchó ligeramente, su postura aún relajada, casual—pero había algo no expresado acechando bajo esa diversión.

El Duque continuó.

—Eryndor respondió por ti.

Luca parpadeó, su sonrisa inclinándose ligeramente, como si estuviera atrapado entre la curiosidad y la genuina sorpresa.

—¿Ah, sí?

Thaddeus no se detuvo. Su voz se mantuvo firme, pero había un peso distintivo detrás de cada palabra.