Capítulo 9: El Umbral del Vacío

El convoy seguía su marcha, avanzando lentamente a través del desierto corrupto. La oscuridad había caído hace horas, pero el calor abrasante del desierto permanecía, con el aire vibrando como una llama invisible. Kael se encontraba en la parte trasera del vehículo blindado, mirando el horizonte en silencio. De vez en cuando, un destello violáceo cruzaba el cielo, un recordatorio de la energía mágica distorsionada que impregnaba la región. Sabía que pronto llegaría al portal, el umbral que lo separaba de su objetivo final. El viaje estaba por concluir.

Cuatro días habían pasado desde que Kael había encontrado a Raze, el viejo cazarreliquias que le había advertido sobre los peligros de esta tierra. Aunque Kael no necesitaba de advertencias, las palabras de Raze seguían rondando su mente:

"Ese lugar no es para cualquiera, Kael. La zona devora a los más poderosos. La única razón por la que te dejo ir... es por lo que hiciste por mi hija."

Kael no había respondido. No necesitaba gratitud ni palabras vacías. Solo respuestas.

Ahora, sentado en silencio, Kael observaba a los tres miembros del convoy. Mina, Taro y Ludwig, todos ellos lo escoltaban hacia el portal, pero Kael sabía que no pasarían de allí. Ellos no formarían parte de lo que estaba por venir.

Mina, la francotiradora de energía espiritual con un brazo mecánico, recargaba su rifle mientras lo miraba con cierta curiosidad. Su actitud sarcástica y su aire confiado contrastaban con el ambiente pesado que los rodeaba.

—"Dicen que no tienes magia. ¿Sabes lo que eso significa aquí?" —preguntó Mina, sus ojos escrutando cada uno de sus movimientos.

Kael no respondió de inmediato. Se limitó a observar el horizonte, a escuchar el rugir del motor que casi cubría sus pensamientos. Las palabras de Mina no le importaban. Tenía otras herramientas. Pero no iba a compartir más.

—"No tengo magia." —respondió finalmente, sin cambiar el tono. Sus manos descansaron sobre las empuñaduras de Nocturne y Alba, sus dos pistolas legendarias. —"Pero tengo otras herramientas."

Taro, el joven mago experto en sellos de vigilancia, miró con curiosidad. Su rostro mostraba una ligera sonrisa nerviosa.

—"Dicen que esas pistolas tienen nombres... ¿Es cierto?"

—"Nocturne. Alba." —respondió Kael, sus ojos fijos en el desierto. No había más que decir. El tema estaba cerrado.

El vehículo continuó su marcha, pero el aire se volvió más denso, como si algo estuviera a punto de suceder. Un suave temblor en el suelo, casi imperceptible, alteró la calma. El convoy frenó abruptamente, el sonido del freno llenando el espacio con su eco metálico.

Ludwig, el hombre alto con la cruz negra tatuada en la frente, se adelantó rápidamente, mirando por la ventana del vehículo.

—"Algo no está bien..." —murmuró con voz grave. —"Detén el vehículo."

El conductor, visiblemente alarmado, obedeció. Todos descendieron del vehículo, pero el aire era denso, como si algo estuviera alterando la misma atmósfera. Ante ellos, una grieta negra comenzó a formarse en el suelo, expandiéndose lentamente. De la grieta emanaba una energía distorsionada, como si la realidad misma estuviera deformándose.

—"Esto no es normal." —dijo Ludwig, observando la grieta con desconfianza.

Mina, apuntando con su rifle hacia el portal, frunció el ceño.

—"Puede ser una trampa. O algo mucho peor." —dijo, su tono grave y lleno de alerta. —"¿Qué hacemos, Kael?"

Kael no respondió de inmediato. La grieta frente a él no era casual. En su interior, algo lo llamaba, como un eco que resonaba en lo más profundo de su ser. No iba a retroceder. Había llegado hasta aquí por una razón, y no dejaría que nada ni nadie lo apartara de su objetivo.

Avanzó, dando un paso firme hacia la grieta, sin una palabra más.

—"No lo sigas..." —gritó Mina, apuntando su rifle, aunque su voz temblaba ligeramente. —"Es una locura. No sabes lo que hay allí."

Pero Kael ni siquiera la miró. No necesitaba de sus advertencias. El objetivo estaba claro en su mente, y la única forma de alcanzarlo era cruzando ese umbral. Sin detenerse, dio otro paso hacia la grieta, ignorando las advertencias.

En ese momento, una figura apareció en el borde de la grieta, emergiendo lentamente de la oscuridad. La figura era alta, esquelética, cubierta con un manto negro. Cadenas flotaban a su alrededor, resonando con un sonido inconfundible. La figura tenía la misma aura distorsionada que el Recolector, el ser que Kael había enfrentado en el pasado, pero no era el mismo. Era algo diferente, algo que no podía identificar.

La voz de la figura llegó a sus oídos, rasposa, llena de eco y sombra.

—"No eres digno de portar la Piedra." —dijo con una voz que parecía desmoronarse en cada palabra. —"El Vacío no te pertenece."

Kael no se inmutó. No había tiempo para detenerse. La figura no era más que un obstáculo. De sus manos, Nocturne y Alba brillaron con intensidad, como si respondieran al llamado del peligro. Sin pensarlo, disparó rápidamente, con la precisión de quien no duda de su objetivo. Los disparos resonaron en la desolación, pero la figura esquivó el primero, y el segundo la alcanzó de lleno.

Sin embargo, la figura se desvaneció en la oscuridad, disolviéndose como niebla, desapareciendo antes de que Kael pudiera dar un paso más.

Kael no perdió el ritmo. El portal seguía allí, palpitando con una energía extraña, y él debía cruzarlo. No había marcha atrás.

Mina, Taro y Ludwig se quedaron atrás, mirando con preocupación pero sabiendo que su parte en la misión había terminado. No podían seguir a Kael más allá. No había forma de que pudieran atravesar ese portal.

—"¿Lo hará?" —dijo Taro, mirando a sus compañeros.

Mina no respondió. Su rostro mostraba una mezcla de incertidumbre y respeto.

Kael dio un paso final hacia el umbral, su cuerpo desapareciendo en la grieta, envuelto por la oscuridad. Solo el eco de su presencia quedó atrás, mientras el portal comenzaba a cerrarse lentamente, tragándose todo a su paso.

Mina susurró algo inaudible para sí misma, y Ludwig, mirando la grieta desaparecer, sólo dijo:

—"Que no se arrepienta después."

La grieta se cerró por completo. El silencio envolvió todo. Y Kael, ahora solo, había cruzado al otro lado, hacia lo desconocido. El Vacío lo esperaba. Y él estaba más cerca que nunca de su objetivo.

Continuará...