Capítulo 15 : Sombras del pasado

El calor seco de Mongolia seguía presente mientras Kael, Saira y el cautivo Kergel continuaban su marcha hacia el llamado "mercado azul". La tensión entre ellos no disminuía, pero algo más los vigilaba desde las sombras. El presentimiento de Kael no le falló.

Una figura femenina emergió del sendero opuesto, de aspecto maduro, de cabello largo recogido con cuidado y ojos llenos de experiencia. Sin temor alguno se detuvo frente a ellos.

—Los he visto —dijo la mujer con voz firme.

Saira frunció el ceño.—¿A quiénes?

—A ustedes. Los sigo desde la primera cabaña —respondió la mujer sin rodeos.

Kael estrechó los ojos, evaluando sus intenciones. Saira dio un paso al frente con recelo.

—¿Por qué? Si piensas atacarnos, pelearás con los dos.

La mujer alzó una mano en señal de paz.—No tengo intención de pelear. Solo... quiero ver a tu amigo.

Kael tensó los hombros.—¿Qué asuntos tienes conmigo?

La mujer lo observó con detalle antes de hablar.—Me recuerdas a alguien... alguien que conocí hace muchos años. Su nombre era Víctor. Era un ex sicario, callado, con una mirada tan seria como la tuya.

El corazón de Kael se aceleró. Una punzada en su pecho despertó antiguos recuerdos. ¿Cómo es posible? ¿Cómo puede conocer a Víctor? pensó. Pero su rostro no mostró nada.

—Lo siento —respondió Kael—. No conozco a ningún Víctor ni nada parecido.

La mujer asintió con una leve sonrisa.—Mi nombre es Lara. Un gusto conocerlos. No les molestaré más.

Sin agregar nada más, se dio la vuelta y siguió su camino por el sendero rocoso. Kael quedó inmóvil, perdido en pensamientos.

Lara... ese nombre... en mi otra vida... recordó. Ella fue mi guía en Mongolia. Me ayudó a encontrar y destruir aquel antiguo objetivo que me encomendaron...

—Kael... Kael —llamó Saira, agitando una mano frente a él—. ¿Qué te pasa? ¿Te paralizaste o qué?

Kael reaccionó de golpe, sacudiendo la cabeza.—No es nada. Solo estaba pensando en voz baja.

Mientras retomaban el camino, Kael se giró hacia Kergel con el ceño fruncido.

—¿Cómo es posible que aún existan esclavos en este mundo moderno?

Kergel soltó una carcajada, sacudiendo los hombros aún adoloridos por la cuerda.—¿De verdad vives en una cueva? Cuando los clanes mágicos se expandieron y los gobiernos dejaron de controlar ciertas zonas, otros aprovecharon. Existen bases ocultas, razas no humanas como elfos, orcos, duendes y más. Algunos aprovecharon eso para formar redes propias... no somos la única civilización que se impuso.

Kael lo miró con frialdad, pero antes de decir algo, Saira alzó la mano y golpeó a Kergel en la cabeza con fuerza suficiente para hacerlo quejarse.

—No olvides tu lugar, viejo degenerado —dijo con desdén.

Kergel se sobó la cabeza, murmurando entre dientes.—Tampoco es como si me trataran con respeto...

Kael retomó el hilo de la conversación.—¿Y cómo es posible que el gobierno no sepa de este mercado con tanta magia y tecnología?

—Ah —respondió Kergel—. Porque solo nosotros, los cazadores, tenemos la llave para entrar. No basta con saber el lugar. Hay que tener un fragmento mágico único que actúa como sello. Sin eso, el mercado azul está oculto incluso a los ojos mágicos.

En ese momento, el paisaje se volvió más agreste. Colinas deformes de roca y arena los rodeaban, y al fondo, una caverna oculta entre la vegetación podrida se abría ante ellos. A sus pies, un grabado mágico brillaba al contacto con el fragmento que Kergel sacó de entre sus ropas.

—Estamos aquí —anunció con voz temblorosa—. El mercado azul... un mundo que pocos conocen, y menos aún salen de él con vida.

Kael apretó los puños. Su mirada fija no mostraba duda. Si en ese lugar se comerciaba con vidas... entonces, era su deber romper esas cadenas.

Continuará...