Capítulo 21 :Cebo del Caos

El rugido de la bestia mágica resonaba como un trueno dentro del mercado en ruinas. Humo, magia y confusión llenaban cada rincón. En medio de todo, Kael observó el caos con una serenidad inquietante. Sus ojos analizaron a la criatura con precisión quirúrgica: piel como piedra oscura, cuatro brazos cubiertos de símbolos malditos y una mirada descontrolada.

—Saira —dijo con voz firme.

Ella se giró, aún con las manos brillando por la magia de liberación.

—¿Qué ocurre?

—Tengo un plan. Tú vas a guiar a los esclavos fuera de aquí. Usa los túneles del lado oeste, donde rompimos la primera runa. Es el camino más seguro.

Saira parpadeó, dudando.

—¿Y tú?

Kael cargó sus pistolas con su maná, sus ojos serios como siempre.

—Yo me quedo. Esa cosa… —se giró hacia la criatura que se arrastraba entre escombros—. Puede servirme.

—¿Servirte?

—Sí. La voy a usar como cebo. Haré que ataque a los compradores… y a todo aquel que no pertenezca a nuestra causa. Mientras todos estén ocupados intentando sobrevivir, tú y los demás saldrán ilesos.

Saira bajó la mirada, sus manos temblaban ligeramente.

—No me gusta esto…

—Confía. Lo tengo todo calculado.

Ella asintió, conteniendo sus emociones.

—Kael… si no sales de esta…

Él la interrumpió, con una ligera sonrisa.

—Saldré. Y si no… al menos me llevaré a unos cuantos bastardos conmigo.

Kael se dio media vuelta y caminó directo hacia la criatura que se alzaba entre el humo. Los esclavos lo miraban, algunos con admiración, otros con miedo. Saira los reunió con un movimiento de brazo.

—¡Vamos, ahora!

Mientras el grupo huía, Kael se paró frente a la bestia, las pistolas en sus manos brillaban como antorchas oscuras.

—Oye, bestia… ¡por aquí!

La criatura se giró, olfateó el aire como un depredador… y fijó sus ojos rojos en él.

Kael sonrió con arrogancia.

—Sígueme… tengo un banquete preparado para ti.

Disparó al suelo frente a la criatura y salió corriendo hacia el pasillo principal, donde varios compradores ricos, magos corruptos y traficantes de esclavos aún luchaban por escapar. La criatura rugió con rabia, embistiendo tras él como un toro poseído por magia salvaje.

—Eso es —murmuró Kael mientras corría—. Ataca, destruye… y déjame ver este mercado arder desde adentro.

Detrás suyo, el infierno se desataba.

Y el fuego apenas comenzaba.