Capítulo 30 :Cadenas Nobles y Sombras Vivas

Parte I – Kael: Bajo Tierra, Sin Rendirse

Las puertas de hierro del calabozo se cerraron con un eco frío y pesado. El interior era oscuro, húmedo, con olor a moho y piedra antigua. Solo una antorcha al final del pasillo ofrecía un destello titilante de luz.

Kael fue empujado dentro de la celda. Sus manos, atadas con grilletes mágicos, ya habían perdido sensibilidad. Pero su mirada seguía firme.

—Nada que no haya vivido antes —murmuró, observando la celda—. Aunque... esperaba algo más cómodo viniendo de un castillo.

Uno de los guardias lo escuchó y rió entre dientes.

—No eres huésped, chico. Eres una mancha para tu linaje… según dicen.

Kael no respondió. Solo se dejó caer sobre una piedra y cerró los ojos.

Flashbacks comenzaron a invadir su mente.

La voz de su padre retumbó en sus recuerdos.

—Eres débil, inútil, sin magia. No mereces el apellido Araragi. Vete. No necesito alguien que no es fuerte ni capaz en mi familia.

Y su respuesta, aún con nueve años:

—Te habías tardado demasiado.

El golpe vino, pero Kael solo lo miró fijamente. Lo que obtuvo a cambio fue un murmullo ahogado:

—Monstruo...

Aquel día no lloró. Solo caminó. Y ese caminar lo había llevado hasta aquí.

Ahora, dentro de un calabozo, sonrió con ironía.

—Me pregunto… qué pensaría si supiera que su "monstruo" ahora puede cambiar el mundo sin magia.

Una vibración recorrió su brazo derecho. La runa oculta en su piel brilló levemente, resonando con las armas ocultas en su alma.

Kael abrió los ojos.

—Este encierro no durará.

Parte II – Saira: Sangre, Lealtad y Ruptura

En los salones principales del Palacio del Duque de Mongolia, los techos altos estaban cubiertos por tapices dorados. Una decena de sirvientes se movía con rigidez mientras Saira caminaba escoltada por su hermano mayor.

—¿Por qué no me dijiste la verdad? —espetó ella al fin.

—Porque no estabas lista —respondió él con calma—. Ese sujeto no es como tú crees. Ha violado leyes, ha destruido estructuras del orden mágico…

—¡Liberó a esclavos! ¡Desmanteló un sistema corrupto!

—Y lo hizo como un criminal. —La voz de su hermano se endureció—. Si crees que el fin justifica los medios, estás equivocada.

Saira se detuvo.

—¿Y tú? ¿Justificas lo que hizo padre durante años?

El joven noble la miró de reojo.

—No lo cuestiono. Lo obedezco. Como debes hacerlo tú.

Ella apretó los puños. Por primera vez, la duda pesaba más que el miedo.

—¿Y si no quiero obedecer?

—Entonces te convertirás en una traidora también.

Ambos hermanos se quedaron en silencio, la tensión densa entre ellos. Finalmente, Saira desvió la mirada.

—Quiero verlo. A Kael.

—No puedes.

—Entonces… haré que puedas.

Parte III – Sombras Observan

Desde la azotea del ala este del palacio, la figura de capa oscura observaba con un pequeño artefacto flotante que proyectaba imágenes mágicas en miniatura.

La voz femenina junto a él habló:

—Están más divididos de lo que pensábamos.

—Perfecto —respondió el espía de la serpiente tatuada—. El caos interno es más efectivo que cualquier invasión.

Ella se acercó a él.

—¿Y Kael?

—Lo necesitamos vivo. Aún no es tiempo de intervenir.

Sus ojos brillaron carmesí.

—Pero cuando lo hagamos… será el inicio del colapso.