Kael estaba completamente enfocado en su batalla. Los dos magos restantes del Escuadrón Vorpek, enviados por Cedric, ya se encontraban frente a él, listos para intentar lo que sus compañeros no habían logrado: derrotarlo.
La mujer, que había sido parte del equipo de Vorpek, se mantenía distante, sus ojos fríos y calculadores, observando cada movimiento de Kael. El otro, un hombre de complexión fuerte, también mostraba una postura defensiva, pero Kael ya había aprendido a leer las intenciones de sus enemigos, y podía ver la tensión en sus rostros.
"¿Así que quedan ustedes dos?", dijo Kael, mirando a los magos mientras mantenía su postura firme. Su mente estaba trabajando rápidamente, recordando la nueva habilidad que había adquirido al obtener la Piedra de Zarneth: la capacidad de copiar y almacenar hechizos. Con sus habilidades recientes, la ventaja estaba de su lado.
"Soy consciente de lo que puedes hacer, Kael", dijo el hombre con una voz grave, "pero no te será suficiente para detenernos."
"Veremos", respondió Kael con una sonrisa tranquila.
Rin observaba a lo lejos, apoyada contra una pared del castillo, y pensó para sí misma: "Este será el último enfrentamiento. Necesito que lo haga bien." Había sido ella quien había pedido que Kael dejara a uno de los magos vivos, para obtener más información sobre el Escuadrón Vorpek y sobre Cedric.
"Deja a uno de ellos, Kael", susurró Rin, como si le hablara al oído. "Necesito que lo hagas para obtener información."
Kael asintió lentamente sin apartar la vista de los enemigos. "Entendido."
De repente, el hombre de complexión fuerte comenzó a conjurar un hechizo, creando una tormenta de energía oscura que avanzaba rápidamente hacia Kael. Pero Kael, usando su habilidad recién adquirida de teletransportación ocular, se movió rápidamente, apareciendo detrás del mago y esquivando el ataque con facilidad.
El mago no pudo reaccionar a tiempo. Kael, con un movimiento rápido, lo desintegró con una ráfaga de energía concentrada.
La mujer, viendo a su compañero caer, comenzó a conjurar una barrera defensiva. Pero Kael ya había anticipado sus movimientos. Usó otro hechizo que había almacenado previamente: un hechizo de absorción de energía. La barrera de la mujer comenzó a desmoronarse lentamente, mientras Kael absorbía parte de su poder, debilitándola. Aprovechando el momento, disparó una serie de explosiones mágicas hacia ella, forzándola a retroceder.
El combate estaba llegando a su fin. Kael sabía que ya no podía perder tiempo, ya que la situación era más peligrosa de lo que parecía. Con un rápido movimiento, y utilizando la energía absorbida, lanzó un hechizo devastador que terminó con la mujer del Escuadrón Vorpek en el suelo.
"Es tu turno", dijo Kael, mirando al último mago, que se encontraba sin apoyo.
La mujer caída miró a Kael con odio en los ojos. "Te arrepentirás de esto", murmuró, pero Kael ya estaba moviéndose hacia el último sobreviviente.
Con un rápido movimiento de su mano, Kael conjuró una explosión de energía que desintegró a la mujer por completo. Los dos magos ya no representaban una amenaza.
Rin se acercó a Kael, sonriendo con una mezcla de satisfacción y preocupación. "Lo hiciste bien. Pero recuerda, necesitamos a uno de ellos vivo para interrogarlos."
Kael asintió, sin bajar la guardia. "No los maté, sólo los dejé fuera de combate. El último vendrá con nosotros."
Mientras tanto, en un orbe conectado a varios líderes de poderosos clanes mágicos, Cedric observaba los avances de Kael. "Este hombre avanza rápidamente", dijo, con la voz cargada de furia. "No podemos permitir que continúe."
Los líderes de los clanes escuchaban en silencio, algunos curiosos, otros preocupados. Uno de ellos, un hombre de rostro arrugado, habló primero: "¿Por qué deberíamos involucrarnos? ¿Qué pruebas tienes de que Kael es una amenaza?"
Cedric, con el rostro rojo de furia, golpeó la mesa con un golpe tan fuerte que la sala tembló. "Porque fue el responsable de la destrucción del mercado azul y de la muerte de figuras públicas del gobierno. ¡No podemos permitir que un exiliado sin magia siga avanzando!"
"¿Y qué quieres que hagamos?", preguntó la mujer alta con cabellera plateada, observando a Cedric con interés. "No nos metas en tus problemas personales."
"Les pido que me ayuden a detenerlo. He enviado a los dos últimos miembros del Escuadrón Vorpek, pero no se detendrán hasta que lo logren. No me importa si tienen que matarlo", dijo Cedric con furia. "De lo contrario, sus cabezas serán las siguientes."
La sala cayó en silencio, mientras los líderes de los clanes intercambiaban miradas de incertidumbre. Nadie sabía si intervenir sería la mejor opción, pero la presión de Cedric era evidente.
Con la derrota de los dos magos de Vorpek, Kael se sentía más cerca de su objetivo. Sin embargo, sabía que el camino sería aún más peligroso, especialmente con la creciente presión de Cedric y la intervención de los clanes poderosos. A lo lejos, dos figuras enmascaradas lo observaban desde las sombras, manteniéndose al margen, pero atentos a sus movimientos.
"Este hombre... no es un simple exiliado", dijo la mujer, mirando a Kael con curiosidad. "¿Será este el elegido?"
"Podría ser", respondió el hombre enmascarado, sonriendo detrás de su capucha. "Es solo cuestión de tiempo."