Capítulo 46: Ecos del Pasado

Kael y Rin avanzaron a través de las calles oscuras de Fukuoka, con el peso de las piedras que Kael había recolectado hasta ahora. A medida que se acercaban a un viejo templo en ruinas, un extraño escalofrío recorría la espina dorsal de Kael. Las piedras, cada una de ellas obtenida con sacrificio y lucha, parecían reaccionar, como si una fuerza conectada entre ellas comenzara a cobrar vida.

"Algo no está bien aquí", murmuró Rin, observando la entrada del templo, donde las sombras danzaban con una energía extraña. "Este lugar tiene más de lo que parece."

Kael asintió en silencio, sintiendo cómo las piedras que llevaba en su ser vibraban, como si estuvieran intentando comunicarse. Cada una de las piedras parecía tener una resonancia propia, pero en ese momento, las frecuencias de todas ellas parecían entrelazarse de una manera... inquietante.

"¿Qué está pasando?" preguntó Kael, sintiendo que algo más estaba ocurriendo en su interior. En su mente, comenzaron a surgir fragmentos de recuerdos ajenos, ecos de aquellos que alguna vez habían forjado estas poderosas reliquias.

De repente, un destello de energía apareció frente a ellos, materializándose en las sombras. Los dos encapuchados, Orren y Nahara, se materializaron frente a Kael y Rin. Sus rostros eran parcialmente visibles bajo sus capuchas, pero las miradas intensas de ambos revelaban una historia mucho más profunda.

"Sabía que llegarías aquí, Kael", dijo Orren con una voz grave. "Eres un buen ejemplo de lo que este antiguo orden puede crear."

Nahara, por su parte, observó a Rin con interés. "Y tú... eres un híbrido. Una criatura de la vieja era, de los tiempos de los cuales todos estos recuerdos provienen."

Kael frunció el ceño. "¿De qué hablas? ¿Qué antiguo orden? ¿Qué recuerdos?"

Orren dio un paso adelante. "Nosotros somos los guardianes de los ecos. No sólo de las piedras, sino de todo lo que representamos. El poder que has reunido no es casualidad. Tú eres parte de un ciclo mucho más grande."

"El ciclo de la destrucción, o la salvación", añadió Nahara, su tono lleno de misterio. "El orden antiguo no ha desaparecido, Kael. Solo ha sido olvidado."

Kael sintió un dolor en su pecho, como si sus propias experiencias comenzaran a mezclarse con los ecos de esos recuerdos lejanos, de un pasado que no comprendía del todo. Las piedras en su cuerpo vibraron nuevamente, y en ese momento, pudo sentir algo nuevo: la energía combinada de todas las piedras parecía estar canalizándose de una forma peligrosa, pero también increíblemente poderosa.

"¡Kael!", gritó Rin, sintiendo cómo la atmósfera se volvía aún más densa. "¡No dejes que las piedras te controlen!"

Pero ya era demasiado tarde. La conexión entre las piedras parecía haberse reforzado de manera que Kael no había anticipado. En su mente, las voces de los antiguos creadores de las piedras comenzaron a resonar, sus pensamientos y habilidades fluyendo hacia él, pero con una intensidad que lo sobrepasaba.

"Lo que estás haciendo es lo que te hemos preparado para hacer", dijo Orren. "Unir las piezas del pasado y restaurar lo que fue perdido. Tú eres la clave."

Kael luchaba por mantener el control de sí mismo mientras las piedras respondían a la presencia de Orren y Nahara, quienes, según sus palabras, provenían de este orden antiguo que parecía tener un vínculo con su propia existencia.

"No puedo permitir que el ciclo continúe", dijo Kael, apretando los dientes. "No quiero ser parte de una historia que ya terminó."

Pero Nahara soltó una pequeña risa, como si todo estuviera planeado desde el principio. "El ciclo no se detiene, Kael. El orden antiguo está más cerca de lo que piensas."

Mientras tanto, Rin observaba con creciente preocupación. Kael estaba siendo absorbido por los ecos de las piedras, su poder estaba desbordándose, y ella sabía que no podría detenerlo por sí sola.

"Kael... recuérdalo", dijo, con la voz suave pero llena de determinación. "No todo lo que te dicen es la verdad. Tú tienes el control, no ellos."

En ese instante, Kael cerró los ojos y respiró profundamente. Sintió el poder de las piedras en su interior, pero también la fuerza de su voluntad. No permitiría que este orden antiguo dictara su destino.

"¡Vas a tener que matarme para controlarme!", exclamó Kael, desatando una explosión de energía pura que hizo que las sombras retrocedieran.

Orren y Nahara intercambiaron una mirada. "No es tan fácil, Kael", dijo Orren, "pero veremos qué tan fuerte eres realmente."

La batalla comenzó. El futuro de Kael, las piedras y todo lo que había descubierto hasta ahora se decidiría en ese instante. ¿Sería capaz de dominar su propio destino o caería bajo el peso de los ecos del pasado?