Capítulo 47: La Revelación del Orden Antiguo

El aire se volvió denso, cargado de una energía desconocida que parecía atravesar el tiempo mismo. Kael y Rin se mantenían firmes frente a Orren y Nahara, quienes los observaban con una calma inquietante. No eran enemigos, pero tampoco aliados. Eran guardianes de algo mucho más grande y antiguo, algo que Kael no podía comprender del todo.

"¿Qué quieren de mí?", preguntó Kael, manteniendo su postura defensiva, pero con la curiosidad ardiendo en su interior. "¿Por qué no simplemente dejarme ir?"

Orren, con su voz grave, contestó: "No es tan simple, Kael. Tú has desenterrado algo que no puedes simplemente ignorar. Las piedras que llevas, la energía que has desatado... no es solo una coincidencia. Eres la clave para restaurar algo mucho más grande que tú."

Nahara, con una mirada que parecía penetrar más allá de la superficie, continuó: "No estamos aquí para destruirte ni para manipularte. La historia ya está escrita, pero aún queda mucho por entender. Tú eres parte de esa historia, de este ciclo que ha estado latente durante siglos."

Kael frunció el ceño, pero se obligó a mantener la calma. "Restaurar qué, exactamente? ¿Qué ciclo?"

"El ciclo de las piedras, el ciclo de los guardianes, el ciclo del Orden Antiguo", respondió Orren, extendiendo su brazo hacia la oscuridad que rodeaba el templo. "Nosotros no somos héroes ni villanos. Somos aquellos que conocemos la verdad, la verdad que el mundo ha olvidado. El poder de las piedras no solo otorga fuerza. También ofrece sabiduría, pero esa sabiduría tiene un precio."

Rin dio un paso hacia Kael, su rostro serio pero comprensivo. "¿Y el precio es… seguir el camino del pasado?", preguntó, con una ligera desconfianza en su tono.

"El precio es aceptar que no todo puede cambiar, que algunas fuerzas son inevitables", respondió Nahara. "Nosotros solo guiamos. No somos tus enemigos, pero tampoco podemos permitir que avances sin entender lo que realmente está en juego."

Kael sintió el peso de sus palabras, una verdad incómoda que parecía pesar sobre él. Aunque el poder de las piedras lo había transformado, no sabía si estaba listo para cargar con ese destino que Orren y Nahara le insinuaban.

"Lo que no entienden es que no quiero ser parte de este ciclo", dijo Kael, su voz llena de determinación. "He visto lo que este poder puede hacer. He luchado demasiado para aceptar lo que me dicen."

Orren no parecía sorprendido por su respuesta. "Es natural rechazar lo desconocido, Kael. Pero las piedras no solo eligen a cualquier persona. Te han elegido a ti. Y eso no es algo que puedas simplemente dejar atrás."

Nahara sonrió ligeramente. "No estamos aquí para forzarte a seguir un camino que no quieras. Solo te damos las herramientas para entender lo que has comenzado. El ciclo sigue su curso, Kael. No eres el primero en pasar por esto, y no serás el último."

Rin observó a Kael, notando el conflicto interno que se reflejaba en sus ojos. "Kael, no tienes que seguir el mismo destino que los demás. Tienes el poder para tomar tus propias decisiones."

El sonido de los ecos de las piedras resonó nuevamente en el aire, como una llamada distante, una melodía que solo Kael podía oír con claridad. Las voces antiguas que había escuchado anteriormente empezaron a entrelazarse, pero esta vez, sus palabras no eran confusas ni caóticas. Había algo claro en ellas: un aviso.

"Recuerda, Kael", dijo una voz en su mente. "El poder que llevas es tanto una bendición como una maldición. Usa tu fuerza sabiamente."

"¿Lo ves?", dijo Orren, observando a Kael con una mirada que no era de juicio, sino de comprensión. "Las piedras tienen su propia voluntad. No pueden ser controladas sin consecuencias. Pero lo que elijas hacer con ellas, esa es tu verdadera prueba."

Kael cerró los ojos por un momento, absorbiendo las palabras de los antiguos ecos y la presencia de los guardianes frente a él. Cuando los abrió de nuevo, su decisión estaba clara, aunque aún cargaba con el peso de la incertidumbre.

"Voy a hacer mi propio camino", dijo Kael, su voz más firme que nunca. "No seguiré el ciclo que ustedes están tratando de imponerme."

Orren y Nahara intercambiaron una mirada, pero no hicieron ningún intento de detenerlo. Nahara, en un tono casi enigmático, dijo: "Tu camino será más difícil, Kael, pero tal vez ese sea el único camino que valga la pena."

"Recuerda esto", añadió Orren. "El ciclo no puede romperse, pero puedes decidir cómo influir en él. El poder que has adquirido es solo el principio. Lo que hagas con él determinará el destino de muchos, pero también el tuyo."

Con esas palabras, los dos guardianes se desvanecieron en las sombras, dejando a Kael y Rin solos frente al templo. Las piedras en el cuerpo de Kael resplandecieron levemente, como si reconocieran la decisión que había tomado.

"¿Estás seguro de lo que has decidido?" preguntó Rin, mirándolo con seriedad.

"Sí", respondió Kael, mirando hacia el horizonte. "No sé qué me depara el futuro, pero sé que no voy a dejar que me controlen. El destino no está escrito, y yo voy a escribir el mío."

Mientras el eco de las palabras de los guardianes desaparecía en el aire, Kael se preparó para continuar su viaje, sin saber lo que le aguardaba, pero con la determinación de forjar su propio destino, lejos de los ecos del pasado.