El viento en el aire era denso, cargado de una tensión palpable. Kael y Rin habían seguido una pista que los había conducido a un nuevo distrito, alejado de las rutas que habían recorrido hasta el momento. El lugar tenía una vibra pesada, como si estuviera marcado por las huellas de algo mucho más grande de lo que cualquiera podría imaginar.
"Esta es la última", murmuró Rin, sus ojos observando el horizonte. "La piedra de Iskra está aquí, en este plano terrenal, pero no será fácil."
Kael asintió, sintiendo la misma presión en el aire. Con la Piedra de Zarneth y la Piedra de Nostrium ya en su poder, solo quedaba esta última pieza del rompecabezas. Sabía que la piedra de Iskra era diferente. No solo por su poder, sino por lo que representaba: El Juicio Final. Su energía era única, no solo por su capacidad de otorgar acceso al origen del poder, sino porque aquellos que la poseyeran podrían desatar cambios irreversibles en la realidad misma.
"¿Dónde está exactamente?" preguntó Kael, mirando a su alrededor. Los edificios eran antiguos, de una arquitectura que había sido eclipsada por el avance de la tecnología, pero que aún conservaba una extraña energía. En la distancia, se podía ver un santuario en ruinas, rodeado por la niebla y el misterio.
Rin lo miró y asintió. "El santuario está oculto en la zona más profunda de este distrito. Nadie sabe qué sucedió con él, pero el poder que emana de la piedra es suficiente para atraer a quienes buscan cambiar la realidad. Eso es lo que nos trae hasta aquí."
Kael frunció el ceño. "¿Sabes algo más sobre el guardián? ¿Algún detalle adicional que deba tener en cuenta?"
Rin se detuvo y lo miró, su rostro serio. "La piedra está protegida por algo más que un simple guardián. Es como si tuviera su propia voluntad, su propia conciencia. Muchos que han intentado obtenerla han desaparecido. Y no es solo el poder lo que la protege... hay algo más."
"¿Qué cosa?" Kael preguntó, preocupado por la respuesta.
"Una ideología", respondió Rin con una mirada penetrante. "El plano donde nos dirigimos no es solo físico. El guardián de la piedra y aquellos que la protegen no solo buscan quien se apodere de ella, sino quien tenga la fuerza y la convicción de usarla adecuadamente. No basta con ser fuerte. El que reclame la piedra deberá enfrentarse a un juicio interno. Solo quien esté dispuesto a aceptar las consecuencias puede tomarla."
Kael asintió, sus pensamientos volviendo una y otra vez a las palabras de Rin. Sabía que el poder de las piedras ya lo había cambiado. Y sabía que la última piedra, la de Iskra, lo pondría frente a la decisión final.
A medida que avanzaban hacia el santuario en ruinas, Kael pudo sentir que algo había cambiado en el aire. La tierra parecía vibrar, como si todo estuviera alineado para este último paso. No era solo una cuestión de obtener el poder, sino de estar dispuesto a cargar con el peso de lo que vendría después.
"Lo siento si te he preocupado", dijo Kael, con una ligera sonrisa hacia Rin. "Pero necesito saberlo. ¿Crees que estaré listo para lo que venga?"
Rin lo miró con seriedad, pero también con una pizca de comprensión en sus ojos. "El futuro es incierto, Kael. Nadie está realmente listo para lo que viene. Pero tú has llegado hasta aquí. Eso es algo más que muchos pueden decir."
Finalmente, llegaron al santuario. La entrada estaba oculta por una neblina espesa, y el terreno alrededor parecía inestable, casi como si la realidad misma estuviera siendo distorsionada. Frente a ellos, un gran altar de piedra se alzaba, cubierto de símbolos antiguos que brillaban con una tenue luz dorada.
"Es aquí", susurró Rin. "Este es el lugar."
Kael avanzó, sintiendo una extraña presión sobre su pecho. La piedra de Iskra estaba cerca, y con ella, el juicio que cambiaría su destino.
Pero antes de que pudiera dar un paso más, una voz resonó en el aire, profunda y resonante.
"¿Estás preparado, Kael Araragi?"
Kael se detuvo en seco. La voz venía de todas partes, como si el propio santuario estuviera hablando. De repente, figuras se materializaron en la neblina, como sombras que tomaban forma humana. Eran varios, todos vestidos con túnicas oscuras, con máscaras que cubrían sus rostros.
"Somos los Custodios de Iskra", dijo una de las figuras, su voz sombría. "Y te enfrentaremos al Juicio Final. No será solo un enfrentamiento físico. Será un enfrentamiento de tus deseos más oscuros, tus miedos, tus recuerdos. Solo quien pase este juicio podrá reclamar la última piedra."
Kael cerró los ojos un momento, sabiendo que no podía dar marcha atrás. El Juicio Final ya había comenzado, y él debía enfrentarse a él, sin importar las consecuencias.
"Estoy listo", dijo, con la determinación brillando en sus ojos.
Las figuras comenzaron a moverse hacia él, y el suelo tembló bajo sus pies. Las pruebas del juicio estaban a punto de comenzar. Kael se preparó para lo que vendría, sabiendo que su destino estaba entrelazado con el poder de la piedra de Iskra.