La batalla contra el guardián de Iskra fue más intensa de lo que Kael había anticipado. No solo estaba luchando contra un ser de energía pura, sino contra las sombras de su pasado, que se materializaban en cada ataque. Los ecos de las vidas que había arrebatado, las personas que había dejado atrás, se transformaban en monstruos que atacaban su mente y cuerpo con cada movimiento.
Pero Kael no cedió. Víctor ya no era él. La desesperación de su pasado, los fantasmas de su antigua vida, no tendrían cabida en esta lucha. Con cada golpe, los recuerdos se desvanecían un poco más, hasta que se sintió finalmente libre de ellos.
El guardián de la piedra de Iskra era una entidad hecha de pura energía, pero lo que realmente lo hacía formidable era su capacidad para manipular los miedos más profundos de Kael. Los ataques venían en oleadas, pero Kael se mantenía firme, esquivando y contraatacando con su propia energía, la que había cultivado durante toda su vida, tanto en su pasado como en esta nueva existencia.
El combate era tan violento que parecía que todo el altar de Iskra temblaba con cada choque de poder. La oscuridad se encontraba con la luz en una danza interminable, pero Kael sabía que esta era su última oportunidad. Si no superaba este juicio, nunca podría obtener la última piedra.
"¿Qué tan lejos estás dispuesto a llegar, Kael Araragi?", preguntó el guardián, su voz distorsionada por la energía cósmica que emanaba de él. "¿Hasta dónde puedes soportar tus propios demonios?"
"Solo me detendré cuando termine lo que empecé", respondió Kael, su voz firme, sin vacilación. "No importa lo que me arrojes, no soy el hombre que fui."
Con una explosión de poder, Kael liberó toda su energía en un solo golpe. Un destello de luz brilló en el aire, cegando todo a su alrededor, y cuando la luz se disipó, el guardián había desaparecido. El altar se desvaneció en una nube de polvo cósmico, dejando en su lugar la última piedra: la Piedra de Iskra.
La piedra brillaba con una intensidad que parecía resonar con el mismo latido de su corazón. Era el último paso hacia la realización de su destino, el acceso al poder del origen mismo.
Kael respiró profundamente, sintiendo una extraña paz invadir su ser. Había superado su pasado, había ganado la batalla, y ahora, por fin, podía completar su misión. La última piedra estaba en sus manos.
Pero antes de que pudiera tomarla, una figura emergió de las sombras. Rin apareció a su lado, sus ojos fijos en la piedra.
"Lo lograste", dijo Rin, su tono de voz más suave de lo habitual. "¿Te sientes diferente ahora?"
Kael la miró, sin poder evitar sonreír. "Lo haré cuando tenga todo el poder necesario para proteger lo que me importa."
Rin asintió, su mirada ya lejos, pensativa. "¿Y después de eso? ¿Qué harás con todo este poder?"
Kael se quedó en silencio por un momento, mirando la piedra. "Eso aún no lo sé. Pero tengo la sensación de que mi verdadera prueba apenas comienza."
Con la piedra en sus manos, Kael sintió el peso de su poder creciente. La Piedra de Iskra no solo era un objeto físico, sino un vínculo con el origen, un acceso a un poder primordial que lo conectaba con algo más grande que él mismo. Esta piedra no era solo la clave para completar su misión, sino un recordatorio de que cada decisión que tomara, cada camino que eligiera, tendría repercusiones en su futuro.
"Kael", dijo Rin, interrumpiendo sus pensamientos, "hay algo que debes saber. Esta piedra... no es solo un objeto. Es el juicio final. El poder que contiene puede cambiar todo lo que conoces."
Kael asintió, comprendiendo el peso de sus palabras. "Lo sé. Pero tengo que tomarlo. No puedo dar marcha atrás."
Rin lo miró por un momento, luego asintió. "Entonces, preparémonos para lo que venga. El verdadero desafío aún está por llegar."
Con la Piedra de Iskra en sus manos, Kael sintió una mezcla de determinación y miedo. Sabía que su viaje no terminaba aquí. El poder que había reunido, las decisiones que había tomado, todo lo que había enfrentado, lo llevaría a una nueva etapa en su vida. Pero aún quedaban muchas preguntas sin respuesta. ¿Quién realmente estaba detrás de todo esto? ¿Qué papel jugarían las piedras en su futuro?
El futuro de Kael era incierto, pero una cosa era segura: no iba a dejar que el pasado lo definiera. Había superado su juicio, y ahora, el verdadero desafío comenzaba.