Capítulo 5: “La promesa del primer encuentro”

Pasaron semanas. Risas compartidas, llamadas de madrugada, silencios que no incomodaban. Ya no se trataba solo de conocerse, sino de sostenerse. Eran dos hombres en ciudades distintas, cruzando el mundo con palabras que tejían abrigo.

Una noche, mientras Elliot tomaba una copa de vino mirando por la ventana, recibió una videollamada.

—¿Joaquín?

—Hola, británico —dijo él, con esa sonrisa que Elliot ya sabía reconocer con solo oír su voz—. Solo quería verte un rato.

—¿Y por qué justo ahora?

—Porque vi una pareja besándose en el parque y pensé: "Yo también quiero eso. Pero con él".

Elliot bajó la mirada, intentando ocultar la emoción.

—¿Sabés que a veces sueño con vos? Pero no como en películas. Soñé que íbamos al súper juntos, que discutíamos por qué cereal comprar… cosas ridículas. Y me desperté feliz.

Joaquín se rió.

—Amo eso. Porque lo simple también puede ser mágico.

Hubo un silencio largo, bonito. Y entonces Joaquín soltó:

—Estoy pensando en ir a Londres.

El corazón de Elliot se detuvo por un segundo.

—¿En serio?

—No ahora. Pero pronto. Quiero verte. Quiero que esta historia tenga piel.

Elliot asintió, con los ojos húmedos.

—Te espero. Ya te estoy esperando desde el primer "hola".

Esa noche, no colgaron. Solo se quedaron ahí, hablándose hasta quedarse dormidos, como dos adolescentes grandes, como dos corazones que no le temen a lo real.