Capítulo 14 – Una promesa en el viento

El sol del día siguiente se filtraba entre las hojas de los árboles, como si el universo les estuviera regalando otra jornada perfecta. Joaquín y Eliot decidieron salir temprano, esta vez rumbo a la costa. Joaquín quería mostrarle uno de sus lugares favoritos, un rincón escondido donde el mar parecía hablar en voz baja.

Durante el viaje en auto, pusieron música suave. Cantaron, rieron, y a veces se miraban en silencio, dejando que el amor hablara por ellos.

—¿Sabés? —dijo Joaquín, con una mano en el volante y otra en la pierna de Eliot—. Nunca imaginé que una videollamada me traería esto. A vos.

Eliot bajó la mirada, tímido. Sus dedos jugaron con los del otro.

—Yo tampoco. Nunca creí en las historias a distancia. Pero… ahora sos mi historia favorita.

Al llegar a la playa, caminaron descalzos por la arena caliente. Las olas lamían la orilla con ritmo sereno. Se sentaron sobre una manta, el mar frente a ellos, el cielo como testigo.

Joaquín sacó de su mochila una cajita de madera. Eliot lo miró sorprendido.

—No te asustes —dijo Joaquín, sonriendo nervioso—. No es lo que pensás.

La abrió. Dentro había dos pulseras de hilo rojo, tejidas a mano.

—En mi cultura —explicó Joaquín—, esto simboliza el lazo invisible entre dos personas destinadas a encontrarse.

Eliot tomó una, se la puso y miró a Joaquín con ojos emocionados.

—¿Estás diciendo que el universo quiso esto?

—Sí. O al menos eso quiero creer.

Se abrazaron con fuerza. El viento jugaba con sus cabellos. El mar seguía susurrando secretos que solo ellos entendían.

Después caminaron por la orilla, tomados de la mano, hablando de todo y de nada. De la infancia, de las películas favoritas, de los sueños aún no cumplidos.

En un momento, Eliot se detuvo.

—Joaquín… ¿vos pensás en el futuro?

—Sí, mucho más desde que te conocí.

—¿Y yo estoy en él?

Joaquín no respondió enseguida. Se acercó, le acarició el rostro y lo besó lento, profundo.

—Estás en cada rincón del futuro que imagino.

Ese beso selló una promesa muda, una de esas que no necesita palabras.