La mañana en la Academia Real de Magia de Asteria amaneció más animada de lo normal. Una mezcla entre emoción y terror latente flotaba en los pasillos como una bruma invisible.
Y era porque, según el cartel luminoso en la entrada principal:
"Clase práctica por equipos aleatorios – Salón de entrenamiento 3. Obligatoria. No vale fingir estar envenenado."
—Genial… lo último que quería era que una esfera mágica decidiera con quién voy a pelear codo a codo —refunfuñó Dargan, ajustando su chaqueta de cuero mientras caminaba junto a Erian.
—Técnicamente no es pelear. Es entrenar —intentó corregir Erian, aunque parecía igual de nervioso.
—¿Entrenar? Conociendo esta academia, probablemente suelten un basilisco bebé para "motivar el trabajo en equipo".
Ambos llegaron al gran salón de entrenamiento, una sala hexagonal con pisos de piedra encantada que se adaptaban al tipo de práctica. En el centro, una gran esfera flotante emitía haces de luz hacia los alumnos presentes, reorganizándolos con chispazos de magia brillante.
El profesor Halbram Voreck, de barba blanca y expresión eternamente juzgona, estaba de pie al frente con los brazos cruzados.
—Muy bien, parásitos mágicos. Hoy trabajarán en equipos aleatorios. La esfera no negocia. No hay "pero profe". No hay "me cambié de escuela". El caos ya está hecho.
Dargan entrecerró los ojos.
—Estoy 90% seguro de que odia su trabajo. El 10% restante es puro desprecio por la humanidad.
Sylha Nox, la irreverente chica de magia sombría que flotaba a pocos metros, hizo girar una burbuja oscura en sus dedos.
—Amo este sistema. Nada como dejar el destino en manos de un objeto flotante sin sentimientos.
La esfera giró velozmente, y uno a uno, los nombres comenzaron a brillar en el aire formando equipos:
Equipo 3:
Dargan Zevalen – "El caos vestido de cuero"
Erian Veltor – "Ansiedad con patas"
Sylha Nox – "Hija de la oscuridad con sentido del humor"
Ardyn Lioras – "Seriedad en forma humana"
Nella Draive – Nueva integrante: una chica alta de cabello celeste atado en una coleta y mirada calculadora. Especialista en barreras mágicas.
Juno Belvast – Nuevo alumno: un chico bajito, con gafas grandes y un bastón encantado que le habla. Su magia es ilusoria… y algo impredecible.
—¿Un equipo con Nox, Lioras y dos nuevos? —susurró Erian—. Esto huele a tragedia.
—O a entretenimiento puro —sonrió Dargan—. Vamos a hacer historia, Veltor.
El profesor Halbram golpeó el suelo con su bastón.
—Cada equipo entrará a una sección distinta del salón. Deberán resolver un escenario de batalla simulado. Creatividad y cooperación son clave. O mueran, figurativamente.
Las paredes se abrieron como una flor mágica y separaron los equipos. El grupo de Dargan fue llevado a una sección con pilares, niebla artificial y plataformas móviles.
Nella conjuró de inmediato una barrera alrededor.
—Primero: delimitamos el terreno y evaluamos amenazas.
—Esa es una actitud —murmuró Ardyn, mientras desenvainaba una espada mágica plateada—. Vamos a trabajar de forma ordenada.
Dargan miró a Sylha.
—¿Y tú qué haces normalmente en un entrenamiento?
—Provocar caos con estilo —respondió, haciendo explotar una burbuja de sombra.
—Perfecto, me agradas más cada vez.
Juno murmuraba a su bastón.
—Dice que no toquemos las paredes. Hay… entidades. Tal vez estaba bromeando. Tal vez no.
Erian tragó saliva.
—¿Por qué siempre terminamos con los raros?
—Porque somos parte del club, amigo —le palmeó Dargan.
La simulación comenzó. Criaturas mágicas ilusorias atacaban por oleadas. Ardyn lideró la defensa frontal, Nella creó un domo defensivo parcial, y Juno empezó a confundir a los enemigos con ilusiones que parecían clones de Dargan… bailando.
—¡¿Por qué soy yo el señuelo?! —gritó Dargan, esquivando un rayo.
—¡Porque brillas en el caos! —respondió Juno desde su escondite.
Sylha hizo explotar burbujas oscuras cerca del suelo, creando zonas de confusión. Mientras tanto, Erian intentaba mantener controlada su magia inestable, conjurando un látigo de energía que de pronto se convirtió en una serpiente mágica viva.
—¡NO! ¡NO SEAS REAL! —gritó Erian.
—¡Dale nombre! ¡Eso lo calma! —gritó Dargan, bloqueando una bestia ilusoria.
—¡Se llamará... Ernesto!
La serpiente silbó felizmente… y devoró a dos enemigos ilusorios.
Halbram observaba desde lejos, anotando en su tablilla flotante.
—Caótico. Improvisado. Extrañamente funcional. Típico Zevalen.
Desde lo alto…
Lyss Verhiel observaba desde una rendija mágica abierta en el techo, agazapada, sin hacer un solo ruido. Su mirada no dejaba de analizar el equipo de Dargan. Sus dedos trazaban runas sobre un papel encantado.
—Demasiado poder desorganizado. Pero todos lo siguen… sin notarlo.
Trazó una línea final y la página brilló.
—Una chispa mal canalizada y ese grupo sería un desastre. Pero por alguna razón… funciona.
Y con un gesto sutil, cerró su grimorio de observación.
—Sigo sin saber si eso me inquieta… o me intriga.
Fin del capítulo.