Las plataformas flotantes eran un desastre glorioso.
Una de ellas giraba como un trompo encantado. Otra estaba completamente congelada por un hechizo desviado. Una tercera… estaba llena de gatos ilusorios que maullaban con tono dramático. Nadie supo quién lanzó ese hechizo. Posiblemente Juno desde la enfermería.
En el centro del campo, Dargan y Sylha se enfrentaban como si estuvieran bailando en un ritual mágico de destrucción.
—¡ADMÍTELO! —gritó Dargan mientras bloqueaba una andanada de burbujas oscuras con un escudo improvisado hecho de cartas flotantes—. ¡TE DIVIERTE ESTO TANTO COMO A MÍ!
—¡NO! —respondió Sylha desde arriba, cayendo en picada con su cabello alborotado y los ojos brillando de pura energía sombría—. ¡TÚ me contagiaste esta locura! ¡Yo antes era misteriosa y elegante!
—¡Mentira! ¡Siempre fuiste una gremlin de las sombras!
Sylha aterrizó justo frente a él, ambos entrechocando palmas mágicas como si jugaran a un juego mortal de manos. El impacto hizo volar una onda de presión mágica que despeinó a varios espectadores, incluyendo a la profesora Mirell, que apenas pudo sujetar sus gafas encantadas.
Desde la grada, Karla Nimor murmuró con ironía:
—¿Esto sigue siendo un combate o una sesión de flirteo con explosiones?
Tessia aplaudía como si fuera un concierto de fuegos artificiales.
Ardyn, serio como siempre, simplemente dijo:
—Van a destruir la arena.
—¿Y desde cuándo eso es sorpresa? —agregó Erian, aún cubierto de vendas, con una sonrisa resignada.
Dargan dio un salto hacia atrás, aterrizando sobre una plataforma flotante a punto de colapsar. A la vez, creó una serie de hilos de magia roja que intentaron atrapar a Sylha como si fueran serpientes danzantes.
Ella los esquivó... casi todos. Uno logró enredarle el tobillo.
—¡Eso fue sucio! —gritó.
—¡Eso fue creativo! —se defendió Dargan.
—¡Eso fue estúpidamente encantador! —gritó de nuevo la misma voz desde el público—. ¡YA CÁSENSE, SEGUNDA LLAMADA!
Sylha estalló de risa y, sin previo aviso, lanzó una burbuja de oscuridad cargada con runas inestables. Dargan apenas tuvo tiempo de transformarla en una mariposa ilusoria que explotó en una nube de humo púrpura.
Ambos tosieron.
—¿Tú hiciste eso...? —dijo ella.
—…creo que sí —admitió él.
La pausa duró apenas tres segundos.
Ambos se lanzaron de nuevo al ataque.
—¡Combate caótico nivel 8 activado! —gritó un estudiante desde las gradas.
—¡Eso ni siquiera existe! —protestó otro.
—¡AHORA EXISTE!
La magia rugía como una tormenta viva. Sylha invocó un enjambre de burbujas de tinta que perseguían a Dargan con sonidos espeluznantemente alegres.
—¡¿POR QUÉ RÍEN COMO NIÑOS POSEÍDOS?! —gritó él mientras corría.
—¡Les enseñé yo! —respondió Sylha orgullosa.
Dargan contrarrestó con una ilusión triple de sí mismo, y uno de los clones le lanzó un hechizo al verdadero Dargan por accidente.
—¡OUCH! ¡Traidor mágico!
—¡Discúlpate contigo mismo! —se burló Sylha mientras giraba en el aire como una bailarina del caos.
El público estaba al borde del colapso nervioso. La directora Aerith Thaloren observaba desde lo alto, sin decir nada, pero una ceja ligeramente levantada era señal de que incluso ella estaba intrigada.
En una de las plataformas exteriores, Lyss Verhiel miraba la batalla en completo silencio, con una nota flotando frente a ella.
—Curioso… ni siquiera están usando su potencial completo —murmuró. Y luego agregó, como si fuera una advertencia al viento—. Pero pronto lo harán.
La batalla seguía.
Risas. Explosiones. Chispas. Burbujas letales. Ilusiones inútiles. Citas no solicitadas.
Y el verdadero final… aún no estaba escrito.
Fin del capítulo.