Capítulo 27:"Encuentros, empanadas mágicas y una sombra entre callejones"

La salida libre tras el torneo fue lo más cercano a unas vacaciones que los estudiantes de la Academia Real de Magia de Asteria podían tener. Las calles del pueblo cercano, Festelorn, estaban repletas de puestos mágicos, criaturas encantadas vendiendo perfumes que hacían flotar, y adolescentes entusiasmados por no tener que lanzar hechizos por obligación.

—¡Empanadas mágicas de fuego! ¡Calientan el alma y queman la lengua! —gritaba un vendedor con un bigote que chispeaba.

—¿Esto es legal? —preguntó Erian, mirando con preocupación una empanada que se movía sola en su plato.

—Si no es legal, lo es moralmente —respondió Sylha, lanzándole otra con burbujas oscuras.

La empanada explotó.

—¡Eso era mi almuerzo! —protestó Ardyn, con media capa quemada.

—Llamémoslo almuerzo express —rió Dargan, ya con su chaqueta de cuero puesta de nuevo, luciendo como si no acabara de ganar un torneo hace poco.

El grupo caminaba relajado, riendo, discutiendo si una mascota mágica con siete patas era adorable o un crimen contra la naturaleza, hasta que Dargan se detuvo.

Una tienda.

No tenía nombre. Solo una cortina de humo morado saliendo por una rendija y campanillas que tintineaban con cada brisa mágica.

—Volveré en un segundo —dijo él, girándose antes de que alguien pudiera seguirlo.

Erian levantó una ceja.

—¿Dargan... solo? Eso me da mala espina.

—¿Solo a mí? —respondió Ardyn, serio.

Pero ya era tarde. La campanilla sonó.

Dentro, la tienda era más grande de lo que parecía. Botellas, artefactos, cartas flotantes... y al fondo, como si ya supiera que él entraría, Lyss Verhiel estaba de pie. Inmóvil. Observando.

—¿No te cansas de aparecer de la nada? —preguntó Dargan, cruzando los brazos.

—Y tú... ¿no te cansas de ser ruidoso hasta en silencio?

Silencio.

Ella dio un paso hacia él. El aire se volvió más frío. Las lámparas parpadearon.

—¿Me estás espiando o es parte de una estrategia social fallida?

Lyss ladeó la cabeza, con ese gesto que no sabía si era curiosidad, burla o análisis clínico.

—Eres impredecible. Por eso te observo.

—¿Como un experimento?

—O como un posible desequilibrio. No lo he decidido aún.

Él soltó una risa breve.

—¿Tú siempre fuiste así?

—No siempre. Antes era peor.

Dargan la observó, por primera vez más allá del misterio. Había algo… familiar en su forma de estar, en la forma en que no decía todo pero dejaba una sombra de algo no dicho.

—¿Nos conocemos? —preguntó, esta vez más serio.

Lyss no respondió. Solo se acercó, alzó una mano —pero no para atacarlo— y ajustó la chaqueta de él con un gesto seco, casi automático.

—Estás torcido.

—¿Eso fue una amenaza o un cumplido?

—Fue un recuerdo.

Y justo cuando Dargan iba a exigir una explicación, la campanilla de la tienda sonó detrás.

Sylha apareció con una expresión que mezclaba sospecha y diversión.

—¿Acaso estoy interrumpiendo una cita entre sombras?

Lyss dio un paso atrás. Y cuando Dargan miró de nuevo, ella ya no estaba.

Solo quedaba una pequeña carta sobre un frasco de humo atrapado.

"La próxima vez... no vengas solo. O sí. Lo decidiré luego."

Dargan la leyó en voz baja, mientras Sylha lo arrastraba del brazo.

—¡Vamos, campeón del caos! La abuela de Nella nos va a invitar a pastel de mandrágora. Y no aceptan excusas ni desapariciones dramáticas.

—¿Ni siquiera si son por culpa de una espía medio emo?

—Menos aún.

Y mientras el grupo se alejaba entre risas, magia callejera y empanadas explosivas, la sombra de Lyss, desde un tejado cercano, volvía a vigilar. Esta vez sin ocultarse tanto. Con la mirada fija en el chico que, quizás, no era un desconocido del todo.

Fin del capítulo.