El primer rugido no fue un sonido, sino una vibración que les sacudió los huesos. Como si la realidad misma parpadeara.
Erian se escondió detrás de una roca flotante, gritando:
—¡Está despierto, ESTÁ DESPIERTO!
—Erian, eso era obvio desde que el suelo tembló como si estuviera en una rave infernal —dijo Juno, que activó una ilusón de niebla para camuflarse con su bastón parlante.
Dargan avanzaba de pie, sin ocultarse, con una burbuja oscura girando a su lado. Sylha lo igualaba en paso, sonriendo.
—Tú y yo deberíamos hacer esto más seguido —murmuró ella, lanzando una burbuja hacia una roca, que explotó en una nube de sombras.
—Te leo la mente: caos, destrucción, probabilidad de muerte. Plan perfecto —respondíó él, chasqueando los dedos y encendiendo su brazo en llamas azules.
—Por favor —gritó Ardyn desde atrás—, ¡dejen el coqueteo explosivo y concéntrense!
—¡No es coqueteo, es comunicación estratégica! —respondieron ambos al unísono.
El dragón levantó la cabeza. Sus ojos eran llanuras incandescentes. Y rugió. Un rugido que desintegró una columna entera.
—Eso fue el "hola", ¿cierto? —susurró Nella, reforzando un escudo frente al equipo.
Desde la sala de observación
Los profesores y algunos estudiantes seleccionados observaban desde una esfera flotante encantada.
—Están vivos. Por ahora —dijo Halbram Voreck, frunciendo el ceño.
—No subestimes a ese grupo —dijo la profesora Arael Vynen mientras ajustaba sus gafas encantadas—. En especial a ese chico. Dargan es... impredecible.
Detrás de ellos, en las sombras, Lyss Verhiel observaba en silencio, sin ser notada. A su lado, una figura encapuchada habló en voz baja:
—Tu información ha sido precisa. Pero no contaste con esto.
Lyss, sin mirarlo, respondió:
—No. No conté con que me importara si ganaba.
Dentro del campo de batalla
Dargan deslizó por una roca como si fuera una pista de baile, lanzando llamas curvas hacia las alas del dragón.
—¡Ahora, Erian! ¡Haz lo tuyo!
—¡NO SÉ QUÉ ES MI "TUYO"! —gritó Erian mientras intentaba activar una runa inestable. ¡Pero funcionó!
Un haz de luz se disparó en forma de látigo, envolviendo una de las patas del dragón.
Sylha salió de una burbuja justo debajo del cuello del dragón y gritó:
—¡Besito sombrío!
Una explosión lo empujó hacia atrás, y Dargan saltó a la oportunidad: reunió su magia, formó un círculo de fuego azul y lo arrojó al corazón de la criatura.
La bestia rugió... y comenzó a disolverse en fragmentos de luz.
De regreso en la arena de evaluación
Todo el equipo fue transportado de vuelta entre destellos brillantes. La sala de profesores estalló en comentarios, y los espectadores aplaudieron.
Lord Arvain Zevalen, desde una plataforma especial, observaba con los brazos cruzados y una ceja alzada. A su lado, Lady Mireya sonreía con la elegancia de quien ya lo sabía.
Y Edgar, por supuesto, suspiró.
—Aposté cinco monedas a que explotaba la mitad del escenario. Estoy decepcionado.
Dargan, de pie en el centro, levantó la mano como si saludara a una fiesta.
—¡Eh! ¡Todavía no destruí nada permanente! ¡Creo que eso es un récord!