El campo de batalla ya estaba cerrado, cubierto por un domo de restauración mágica que emitía destellos como burbujas de jabón flotando en el aire. Algunos estudiantes descansaban en el césped, otros en bancas bajo los árboles encantados que susurraban con voz baja. Todo olía a pólvora mágica y hierba fresca.
Dargan tenía una bolsa de dulces en la mano y una venda mágica flotando alrededor de su brazo.
—Oye, Juno, ¿esto que me diste es comestible o parte de tus ilusiones? —preguntó mientras mordía una especie de nube chispeante.
—Ambas —respondió Juno con una sonrisa inocente—. Si tu lengua empieza a hablar sola, avísame.
—Qué amable —bufó Ardyn, sentado bajo un árbol, hojeando un libro con runas antiguas.
Cerca de ellos, Tessia todavía se quejaba:
—¡Yo habría ganado el evento si ese golem no me lanzaba piedras a propósito! ¡Estaba saboteándome!
—Te estabas saboteando tú sola, criatura de energía pura —dijo Sylha, acostada de espaldas sobre el césped con las manos tras la cabeza.
Erian apareció cargando tres pociones de recuperación como si fueran botellas de leche.
—Deberíamos estar agradecidos de que no terminó en una guerra mágica internacional… aunque faltó poco.
Y entonces… se oyó un grito a lo lejos.
—¡Allí están! ¡Es Dargan Zevalen y Sylha Nox! ¡La pareja explosivaaa!
Todos se giraron. Una multitud de estudiantes de cursos inferiores —y algunos claramente infiltrados del pueblo cercano— sostenían pancartas encantadas con frases como:
"¡Sylgan para siempre!"
"El fuego oscuro y la chispa rebelde"
"¡Cásense o al menos destruyan algo juntos!"
Uno de los carteles mostraba un dibujo flotante animado: una caricatura de Dargan guiñando el ojo mientras Sylha lo arrastraba por el cuello de la chaqueta entre explosiones.
Dargan alzó una ceja.
—¿Qué demonios…?
—Te dije que nos estaban mirando raro desde hace días —dijo Sylha, alzando una ceja con una sonrisa divertida—. ¿Molesto o halagado?
—¿Puedo estar ambas cosas a la vez?
Ardyn cerró el libro.
—Si esto genera una obra de teatro estudiantil, me niego a actuar como el árbol de fondo.
Mientras tanto, muy lejos del bullicio, en los balcones oscuros del ala antigua de la academia, Lyss Verhiel se mantenía de pie, inmóvil, observando la escena.
Su cabello plateado, recogido parcialmente por una cinta negra, brillaba apenas bajo la luz del sol poniente. Su mirada seguía a Dargan… pero no con ternura, ni con animadversión. Sino con cálculo.
—¿Estás dudando de lo que viste? —preguntó una voz a su lado.
Desde las sombras emergió una figura encapuchada, el rostro oculto bajo un velo encantado. Su túnica no tenía escudo académico, ni marca alguna reconocible.
—No —respondió Lyss, sin moverse—. Solo evalúo cuánto ha cambiado… y cuánto lo recuerda él.
El encapuchado se rió suavemente.
—¿Recuerdos, entonces? ¿O algo más?
—Él es peligroso, incluso ahora. Pero no por las razones que todos creen —respondió Lyss.
Hubo un silencio.
—¿Y si no está listo?
—Entonces lo forzarán a estarlo —dijo ella con tono seco—. Como siempre.
La figura encapuchada asintió lentamente.
—Muy bien. El siguiente movimiento… será nuestro.
Se desvanecieron como humo.
De regreso en los jardines, Nella miraba los carteles con curiosidad.
—¿Crees que si yo y Juno fingimos una discusión mágica nos harán un cartel también?
—Depende, ¿quieres ser la "pareja caótica que se odia pero se cura mutuamente con pociones"? —respondió Juno entre risas.
Mientras el sol descendía detrás de las torres de la Academia Real de Magia de Asteria, la calma regresaba… momentáneamente.
Pero bajo esa paz… algo más se movía.
Porque no todos estaban interesados en la comedia.
Algunos… solo esperaban a que el dragón despertara de verdad.
Fin del capítulo.