Mansión Zevalen, una mañana tranquila (demasiado tranquila)
—Estoy sorprendido —declaró Lord Arvain Zevalen, cruzado de brazos frente al ventanal—. Ni un solo profesor renunció. Solo una criatura ancestral, una evacuación masiva, y un dragón mascota.
—Y un hijo declarado símbolo de unidad, descontrol mágico… y carisma salvaje —añadió Lady Mireya con una sonrisa discreta mientras leía una carta sellada con cera de la Academia Real de Magia de Asteria.
—No entiendo cómo sobrevivieron —musitó Celene, de pie junto a una columna, frotándose el entrecejo—. Un semestre. ¡Uno! Y ya tiene un dragón y un equipo con nombre.
—"Caos Estratégico", ¿cierto? —Leorn entró con una taza de café humeante—. Hay un cartel con su cara en la entrada del mercado. Y alguien vendía figuras del dragón en miniatura.
—¿Destructorcillo? —dijo Lady Mireya con un gesto leve—. Me gusta. Creo que necesito una para el escritorio.
Arvain sonrió apenas.
—Volverán pronto… y algo me dice que el segundo semestre será aún más inolvidable.
Academia Real de Magia de Asteria – Aula experimental del segundo piso
El aula vibraba ligeramente al compás de una música melódica generada por los cristales flotantes en las paredes. Engranajes encantados giraban sobre plataformas suspendidas, y pequeñas chispas mágicas zumbaban entre los escritorios.
—¡Bienvenidos a su nueva clase favorita! —anunció con energía la profesora Velmira Soryn, entrando al aula con una túnica negra adornada con circuitos arcanos brillantes, engranajes flotantes y cristales que parpadeaban como luciérnagas ordenadas—. Aquí aprenderán a construir dispositivos mágicos, potenciar artefactos antiguos, y probablemente electrocutarse una o dos veces. ¡O tres! Pero con estilo.
Dargan alzó una ceja.
—¿Vamos a morir de manera brillante?
—Probablemente —respondió Juno, emocionado—. Pero brillando. Muy a tono con la academia.
Velmira dio un giro sobre sí misma, mientras un autómata flotante desplegaba un mapa holográfico del taller.
—Esta es Interfaz Arcano-Técnica Aplicada, y su función es unir magia con ingeniería, caos con control, y talento con mucha, mucha paciencia. ¡Prepárense para crear maravillas!
—¿Esto es parte del plan de estudios? —preguntó Ardyn, cruzado de brazos, observando con cautela.
—La directora lo autorizó después del incidente del dragón —respondió la profesora con una sonrisa desafiante—. Dijo que ya no hay forma de frenar la innovación. Ni a ustedes.
Nella murmuró mientras revisaba los planos flotantes:
—Esto parece… fascinantemente peligroso.
Sylha asintió.
—Me gusta esta mujer. Tiene potencial para destruir cosas con propósito.
Erian estaba temblando.
—¿Es normal que los cristales me sigan con la mirada?
Dargan, con una sonrisa torcida, dio una palmada al hombro de su amigo.
—Bienvenido de nuevo a la locura.
Desde lo alto de la torre norte…
Lyss Verhiel observaba en silencio desde su punto habitual.
A su lado, el heredero de la Llama Silente mantenía la vista fija en el grupo.
—Están de regreso —murmuró ella—. Y no han perdido el ritmo.
—No. Pero algo más se está gestando —añadió el heredero, su voz profunda y contenida—. Esa grieta en los cielos está creciendo, lo siento en el maná. Y ese chico… Dargan… su magia se expande.
Lyss entrecerró los ojos.
—Debemos seguir observando. Si la grieta despierta… no será solo la academia la que tiemble.
La cámara mágica giró hacia el horizonte.
La grieta mágica palpitaba.
Lejana, antigua… y cada vez más viva.