Capítulo 63 – “Trampas del bosque y rostros revelados Parte 2

El cielo comenzaba a oscurecerse sobre la Academia Real de Magia de Asteria, aunque no era por la hora, sino por una presión mágica extraña que todos comenzaban a notar. Durante una clase práctica avanzada en el bosque, el suelo vibró levemente… luego con más fuerza.

—¿Alguien más siente eso o solo yo me estoy volviendo loco? —preguntó Dargan mientras miraba al cielo.

—Ambas opciones son probables contigo —murmuró Sylha, entrecerrando los ojos.

De repente, un destello rojizo surgió del suelo. Rúnicas antiguas se encendieron alrededor del claro donde se encontraban. Un campo de contención cayó sobre ellos antes de que pudieran reaccionar. Dargan, Kaelir, Sylha y Lyss quedaron atrapados dentro de una barrera que parecía retroalimentarse con su energía mágica.

—¡Esto no es parte del ejercicio! —gritó Kaelir, tocando la barrera—. Esto es una prisión mágica con firma ancestral.

—Oh, qué divertido —dijo Lyss, sacando una daga ceremonial con cristales de rastreo—. Justo cuando pensaba que la clase sería aburrida.

Sylha, con los brazos cruzados, soltó una risita sarcástica—. Genial, estoy atrapada con mi rival, el caos encarnado y el chico que parece salido de una pintura profética.

—Yo también me alegro de verte, Sylha —respondió Kaelir con calma.

Mientras tanto, lejos de la vista de todos, una figura con túnica oscura recorría los pasillos de la academia. Su rostro estaba parcialmente cubierto, y sus movimientos eran tan naturales que nadie se percataba de su presencia. El infiltrado se deslizaba entre sombras, acercándose cada vez más al corazón del complejo mágico.

En el claro, Lyss y Sylha comenzaron a analizar la estructura mágica de la barrera desde diferentes ángulos.

—¿Vas a hacer algo útil o solo posar con esa mirada misteriosa? —le preguntó Sylha a Lyss.

—Puedo hacer ambas cosas —respondió Lyss con una sonrisa ladeada—. Tú analiza el flujo del este, yo revisaré el patrón de repetición. Y Dargan… intenta no hacerla explotar con tu caos.

—Sin promesas —dijo Dargan mientras extendía la mano, dejando que chispas mágicas giraran entre sus dedos.

Kaelir, en cambio, meditaba con la mirada fija en el techo mágico de la barrera.

—Esto no es solo una trampa. Está diseñada para atraer algo… o a alguien.

—¿Qué clase de alguien? —preguntó Dargan.

Kaelir abrió los ojos con seriedad.

—Aún no lo sé… pero ya está en movimiento.

La escena final mostraba el infiltrado cruzando una cámara secreta debajo de la academia. En su mano sostenía una llave hecha de hueso y cristal. Su silueta se desvaneció entre una puerta oculta que lo conducía hacia un antiguo santuario prohibido.

Y el caos apenas comenzaba.