Joshua se acercó primero, aún con las manos en alto. La chica se veía similar a muchos humanos comunes en su mundo. No parecían tan distintos: piel clara, ojos azules, cabello rojizo. Un lunar cerca del ojo izquierdo.
Por la contextura y altura, Joshua adivinó que tendría entre 16 o 17 años. Claro, si es que el desarrollo era el mismo que en su mundo. Además, podrían existir discrepancias, ya sea por raza o por mal desarrollo debido a la falta de nutrientes. Algo un tanto común en la Edad Media… época que concluía debía haber en este mundo.
Primero decidió presentarse, y luego dejar que su hermano también lo hiciera. Después preguntaría algunas direcciones para corroborar si este era realmente otro mundo, dónde encontrar una ciudad, etc.
—Mi nombre es JOSHUA. Este es mi hermano.
Samuel se acercó sonriente.
—SAMUEL, con gusto.
La chica solo los observó. Por la expresión en su rostro, Joshua se percató de que ella … no entendió un comino.
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Los ogros parecían ser amigables. Aunque no confiaba aún en ellos, parecían tratar de comunicarse.
Tanya no entendió. Parecía hablar un lenguaje complejo. Algo que denotaba inteligencia. Al menos para el ogro de barba larga y cicatriz en la ceja.
El otro... parecía más tonto. Saltaba o movía las manos de un lado a otro con una sonrisa bastante infantil en el rostro. Lo que, sumado a la barba y el pelo sucio, lo hacía ver bastante perturbador.
Con un suspiro y armándose de valor, decidió entrar en contacto con estos extraños seres.
Alzando las manos y señalándose, les dijo:
—Soy TANYA. Tanya.
El ogro cicatrización avanzando, se señaló y repitió:
—JOSUÉ.
¿Marmota amarilla? ¿Se llama Marmota? Un nombre raro para un ogro tan grande. Tal vez la forma de nombrar de los ogros era distinta a la de los humanos.
El ogro tonto se señaló mientras daba saltitos.
—SAMU'el.
¿Ahora, cerdo feliz? ¿Qué clase de nombres les dieron sus padres? Aunque bueno, ese nombre parecía más acorde a su aspecto y actitud.
Bueno… al menos sabía que los ogros tenían nombres. Samu'elk y Josh'uak. Nombres raros, pero al menos empezaba a fluir la comunicación.
Decidió preguntar qué hacían allí y cómo atraparon a esa rata. Tal vez si querían intercambiarla por algo. Tanya rezaba a los dioses que no supieran el valor de esa bestia y poder llevársela a casa.
Los dos ogros… no entendieron.
Josh'uak puso su mano en la barbilla. Parecía pensar algo. El ogro tonto se rascaba la cabeza.
Pronto, el ogro listo abrió la boca:
-¿Hablas inglés?
Tanya no entendió, pero le pareció que era distinta a la forma en que hablaba antes. Fue sorprendente. ¿Los ogros hablaban más de una lengua?
Él parecía volver a pensar, luego soltó otra frase:
—¿Hablas alemán?
¿Otra lengua? ¿Este ogro era tan listo? ¿Era alguna clase de erudito entre los ogros?
Al ver la cara sorprendida de Tanya —que al parecer aún no le entendía—, el ogro volvió a pensar.
El ogro tonto no quiso quedarse atrás y preguntó:
— ¿Qué demonios hizo Nihongo?
¡¿El ogro tonto también hablaba otras lenguas?!
Tanya estaba realmente sorprendida. Jamás esperaba que el ogro tonto fuera… listo. Su aspecto no parecía denotar nada de inteligencia. Al menos en opinión de Tanya.
El ogro listo avanzaba mientras murmuraba… y soltó otra frase:
—Parlez-vous français, señorita Tanya.
Tanya sufrió un shock.
¿El ogro le habló? Aunque había palabras raras incluidas, logró entender “hablar”, “señorita”... y tal vez su nombre.
—¡¿Sabes hablar humano, señor ogro?! ¡¿Cómo es posible?! ¡¿Se comieron algún humano?! ¡¿Cómo eres tan listo si eres una bestia del bosque?!
El ogro listo parecía abrumador por tantas preguntas y solo pudo responder:
—Mua… sin entender. Mucho, bien. Lengua. No… común.
Combinando su idioma roto y algunos gestos, Tanya logró entender que él no hablaba su lengua, sino una similar.
Tanya estaba muy impactada con la sabiduría de los ogros. Tal vez las leyendas se equivocaron. Los ogros no eran estúpidos.
Volteando a ver al ogro tonto, pensó: bueno… tal vez no todos.