Una cena inolvidable

El día empezaba a mejorar. Samuel pensó que la suerte al fin les sonreía. Habían sobrevivido a las ratas mutantes. Mataron una y planeaban comérsela. Encontraron a otro ser humano y lograron comunicarse con ella... al menos su hermano.

Y lo mejor de todo: los grillos sabían mejor. Tanya, la mujer humana, parecía buena gente y les convidó algo de sal. El sabor de los grillos tostados aumentó un 200%. Y ni hablar de la carne que su hermano puso a asar.

La grasa chisporroteante caía en las brasas. La sal condimentada de Tanya elevaba el sabroso olor a otro nivel.

Tanya se veía tan babeante como él. Su hermano solo les dio una mirada despectiva mientras usaba su piedra para cortar algunos trozos y pasarlos en unas hojas de árbol.

Aunque calientes, Samuel no dudó en masticar furiosamente.

El sabor de la carne se esparció por su boca. La carne era suave, e incluso se derritió en su lengua.

Maldita sea, tenía que admitir que su hermano era bueno en esto.

La sal podía haber sido una parte fundamental del sabor. Pero la técnica y tiempos de cocción fueron perfectos.

No por nada Joshua era dueño de un restaurante famoso en su ciudad.

Tanya parecía disfrutarlo también. Samuel creía haber visto estrellas en sus ojos. Incluso algunas lágrimas.

Él solo le dio una mirada cómplice. Ella se la devolvió.

Joshua parecía tener problemas en cortar más carne con esa piedra. Tanya se percató, dudó, pero terminó ofreciéndole un cuchillo que tenía atado al muslo.

Su hermano también dudó en recibirlo. Pero al final, lo tomó y empezó a cortar con él la carne.

La noche empezaba. La fogata y las estrellas alumbraban su cena. Una noche preciosa, al menos para Samuel.

Hasta que notó algunas luces verdes en el bosque cercano.

 

****

 

La carne era fragante, tierna y apetitosa. Tanya se preguntaba cómo habían logrado hacer algo tan delicioso solo con su pequeña bolsita de sal y especias.

 

No eran especias caras, que algún comerciante de tierras lejanas hubiese traído, ni sal blanca y pura que había visto comprar una vez al líder de la aldea. Era sal molida que habían encontrado en las piedras de la montaña. Y algunas hierbas que cultivaban y daban algo de olor a la comida. ¿Qué clase de magia prohibida usó en la carne?

 

No solo eso. Aunque rara, Tanya había probado carne de rata armadura un par de veces. Cuando su padre logró cazar una y en algún festival en la aldea. Pero en ambas, la carne era dura y fibrosa. Y tenía un sabor y olor a sangre bastante fuertes. Según algunas mujeres de la aldea, lo mejor sería hervir por algunas horas la carne para ablandarla. ¿Cómo logró hacerla suave el ogro listo?

 

Tanya tenía mil preguntas que quería hacer. Pero su boca estaba ocupada, masticando la carne. Si no quería que Samu se comiera todo, tenía que ser rápida y comer todo lo que pudiese.

Mientras recibía un nuevo "plato" de carne, escuchó un sonido.

No fue la única. Jhos'ua también se detuvo y giró su cabeza rápidamente hacia el bosque. Samu también.

Varios pares de orbes verdes "flotaban" en el aire, entre los arbustos.

Tanya se tensó. Su mano fue directamente al arco en el suelo junto a ella. Su mano derecha tomó rápidamente una flecha del carcaj en su espalda.

El sudor empezó a brotar y correr por sus mejillas. Sentía las manos húmedas.

Si no se equivocaba… eran lobos umbra. Bestias casi invisibles en la oscuridad.

 

Y por desgracia, era una noche sin lunas.