—Elena, creo que tu hijo finalmente se ha vuelto loco —miré por encima de mi hombro para asegurarme de que no bajaba las escaleras, pero conociéndolo, estaría en ese libro por al menos otros diez minutos hasta que encontrara algo más para volverme loca.
—¿Por qué, qué está haciendo ahora?
—Bueno, mi barriguita apareció de repente esta mañana de la nada y...
—¡QUÉ! —gritó tan fuerte que tuve que alejar el teléfono de mi oído.
—Voy para allá —colgó el teléfono con otro grito. Oh mierda, a Colt no le va a gustar esto. Pobrecito, está tratando de mantenerse al día pero parece que cada semana hay algo nuevo.
Para colmo, todos se burlan de él porque se altera por las cosas más pequeñas. Tengo que admitir que me divierto un poco a su costa porque es demasiado lindo.