—¿Dónde está Lydia?
—Más le vale a su pequeño trasero estar en casa y en la cama si sabe lo que le conviene. ¿Entonces, con qué estamos lidiando aquí, hermano?
Mi amigo Travis respondió a mi llamada y apareció como le había pedido. Le dije que viniera más tarde en la noche mientras Kat estuviera dormida para que no metiera las narices en mis asuntos.
Nos paramos en medio de mi entrada, con dos de sus muchachos fuera del resplandor de la farola. Cualquiera que nos viera parados allí, con los brazos cruzados y las piernas separadas, pensaría que íbamos a la batalla. Todos medíamos más de seis pies, éramos muy imponentes y los tatuajes y músculos no ayudaban a disipar la idea de motociclistas tramando algo malo.
—Mierda si lo sé, esta chica simplemente apareció aquí bajo la rueda delantera del auto de Kat.
—¿Qué carajo hacía en tu entrada? —Ves, mentes similares y esa mierda.
—Eso es lo que dije, pero todos los demás parecen pensar que estoy exagerando las cosas.