Traicionado por la Sangre
La puerta se abrió con un fuerte chirrido, y un guardia entró, con el rostro pálido y la respiración agitada.
—Su Majestad —dijo, dirigiéndose a la reina pero lanzando una breve mirada a Avery—. Hay problemas.
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—Los pícaros han atravesado el perímetro norte —anunció, con la voz tensa por la tensión—. El Alfa está dirigiendo la defensa, pero la situación está escalando rápidamente.
Avery sintió que la sangre se le drenaba del rostro. ¿Pícaros? ¿Aquí? Las palabras resonaron en su mente mientras el miedo le oprimía el pecho. Imágenes del último ataque de pícaros que experimentó pasaron por su mente, y comenzó a temblar.
—¿Y el resto de la manada? —preguntó la reina.