LauraRave

"P-por favor, déjame ir..." tartamudeé y antes de darme cuenta, estaba vomitando palabras mientras lloraba. "—No volveré. Nunca más me verás. Sé que no me quieres como pareja. Me odias, así que por favor déjame ir." grité.

La mandíbula de Cain se tensó con cada palabra que salía de mis labios. "¿Qué te dio la idea de que tienes el poder de elegir lo que quieres?" Su voz era baja, "No puedes decidir qué, cómo y cuándo te vas. Solo yo puedo hacer eso. No puedes dejarme, ¡no puedes huir! Solo te vas cuando yo quiero que lo hagas."

"Yo no pedí esto," susurré, temblando. "No pedí ser tu pareja."

Cain dio un paso atrás, "Yo tampoco," murmuró entre dientes. "Pero el vínculo no nos da opción, ¿verdad?"

Como única hija de su difunto padre Alfa, Avery Jae estaba destinada a heredar el legado de su familia. Pero el día de su matrimonio arreglado con el Alfa Lucian, su mundo se derrumba. Rechazada, humillada y descartada por su propia prima, Avery apenas escapa con vida solo para descubrir un secreto mucho más profundo. Uno que lo cambia todo.

Cuando Avery despierta, se encuentra en una tierra extranjera, capturada por los despiadados guardias de la manada Vehiron, liderada por el infame Alfa Cain. Alto, corpulento y tan peligroso como el ejército que comanda.

El Alfa Cain tiene una reputación que hace estremecer incluso a los guerreros más peligrosos. Atormentado por su oscuro pasado, ha jurado nunca tomar una pareja, sin embargo, en el momento en que pone sus ojos en Avery, todo cambia.

Con una sola palabra, Avery está vinculada a Cain, lo quiera él o no. En un mundo donde la traición corre profunda, ¿podrá Avery confiar alguna vez en el alfa que podría ser su peor enemigo?

Traicionada por la Sangre, Reclamada por el Alfa

Cain estaba de pie al borde de la cama, con la mirada fija en ella, observando su forma inconsciente. Comenzaba a parecer una constante que ella estuviera inconsciente en su cama. Odiaba las circunstancias que lo rodeaban. Su mandíbula se tensó mientras los recuerdos de lo sucedido volvían a destellar en su mente. Cómo todo se había torcido tan rápidamente aún le molestaba.


El ataque de los pícaros se limitó a la frontera este, pero se habían vuelto tan valientes que se atrevieron a atacar a la manada misma. Era una locura. Una que Cain nunca podría tolerar. Les había hecho pagar con sangre. Había pintado el suelo con su sangre, su lobo tomando un placer salvaje en su terror. Cuando terminó de lavar su sangre en los mismos terrenos que aterrorizaron, vio al guardia corriendo hacia él en pánico, con el rostro pálido y afligido.


Capítulo 65