EP 4 ~ El Concierto Privado de Hyun-Woo

El día siguiente amaneció con una nueva conciencia flotando entre ellos. La breve conversación de la tarde anterior había dejado un residuo, una mezcla de ligera torpeza y una incipiente familiaridad. Soo-min se encontró repasando mentalmente la escena – la espera de Hyun-woo, su bloqueo mutuo, la pregunta simultánea – mientras caminaba por los pasillos durante el primer recreo. Su destino era, como casi siempre, la biblioteca, pero su ruta la llevaba inevitablemente por el pasillo que albergaba las salas de los clubes.

Al pasar frente a la sala del club de música, algo captó su atención. A través de la gruesa ventana insonorizada, diseñada para contener los ensayos más ruidosos, vio una figura sentada en un taburete con una guitarra acústica. Era Hyun-woo. Estaba solo, inclinado sobre el instrumento, sus dedos moviéndose con una agilidad sorprendente sobre el mástil, el ceño ligeramente fruncido en concentración. Había una pasión silenciosa en su postura, una entrega total al instrumento que Soo-min no había visto antes tan de cerca. Sabía que le gustaba la música, claro, pero no lo imaginaba así, con esa habilidad casi íntima con la guitarra. Una pequeña punzada de sorpresa y, sí, de interés, la recorrió. Había algo innegablemente atractivo en esa imagen.

Su plan de ir a la biblioteca se desvaneció. Ahora, un solo pensamiento dominaba su mente: «¿Qué clase de melodía estará tocando?». La ventana ahogaba el sonido por completo, pero la intensidad visual de Hyun-woo era magnética. Ansiaba escuchar, sentir la música que lo absorbía de esa manera. Pero la duda la asaltó de inmediato. «¿Puedo entrar así como así? Yo no soy del club. Sería raro, ¿no? ¿Qué le diría si me ve? “Hola, solo pasaba a espiarte”? ¡Imposible!» Se mordió el labio inferior, debatiéndose internamente.

Justo entonces, vio a otro chico, con pinta de ser miembro del club, acercándose a la puerta de la sala. Soo-min se apartó rápidamente de la ventana, fingiendo examinar un cartel informativo en la pared opuesta. El chico abrió la puerta, intercambió unas palabras rápidas con Hyun-woo (que Soo-min no pudo oír) y luego salió, pero… ¡dejó la puerta ligeramente entreabierta! Una rendija de apenas unos centímetros.

«¡Por favor, que no la cierre del todo!», rogó Soo-min en silencio. ¡Era su oportunidad! El deseo de escuchar superó su timidez arraigada. «No importa. Lo voy a escuchar», decidió con una repentina oleada de determinación. Respiró hondo, reunió todo su valor y, con el sigilo de un espía, se acercó a la puerta. Empujó la hoja metálica con la punta de los dedos, abriéndola solo un poco más, lo suficiente para que el sonido escapara. «¡Lo logré!», pensó triunfalmente.

Y entonces, la melodía golpeó sus oídos.

No era hermosa. No era armoniosa. Era… un caos. Una secuencia de acordes disonantes, notas que parecían tropezar unas con otras, un ritmo errático que no llevaba a ninguna parte. Era la melodía más extraña y sin sentido que jamás había escuchado. Todo el sentimiento y la pasión que veía en el rostro de Hyun-woo a través del cristal se traducían en un sonido francamente… terrible.

En ese preciso instante, el amigo que había salido debió decir algo al irse, porque Hyun-woo levantó la cabeza y sus ojos se encontraron directamente con los de Soo-min, asomando por la rendija de la puerta.

El pánico inicial cruzó el rostro de Hyun-woo como un relámpago. «¡Aaah! ¿Por qué ella está aquí? ¿¿¿Por qué???», gritó su cerebro. Pero casi inmediatamente, sus ojos se iluminaron con una idea diferente, una chispa de oportunidad. «¡Llegó mi momento! ¡Dos semanas practicando como loco para esto! ¡Es mi oportunidad de conquistarla!»

En una transformación casi teatral, Hyun-woo se enderezó. Adoptó una postura que intentaba emular a un ídolo del pop – hombros hacia atrás, cabeza ligeramente ladeada, como si fuera el propio Bruno Mars a punto de empezar una balada. Cerró los ojos con una pasión desbordante, una emoción que parecía a punto de hacerlo levitar, y atacó las cuerdas de la guitarra.

Se lanzó a tocar con una intensidad que vibraba en el aire. Su cuerpo se mecía, sus dedos volaban (aunque a menudo aterrizaban en el lugar equivocado), su rostro era una máscara de profunda conexión musical. Para él, en ese instante, estaba ascendiendo a una dimensión artística insondable, cada nota (mal dada) un latido de su corazón ofrecido a la chica de la puerta.

Pasó un minuto, quizás un minuto y medio de esta supuesta maestría musical. Finalmente, con un último rasgueo que sonó particularmente estridente, Hyun-woo abrió los ojos, listo para recibir la admiración, la mirada embelesada de Soo-min.

—¿Emm? ¿Soo-min?

La puerta estaba como la había dejado, pero detrás de ella no había nadie.

Soo-min había huido. En cuanto vio la transformación de Hyun-woo, la pose exagerada combinada con la cacofonía que producía, algo dentro de ella hizo clic. Primero fue una risita ahogada, un temblor en los hombros. Intentó contenerla, tapándose la boca con ambas manos, pero era inútil. La imagen era demasiado absurda, demasiado inesperada. Una carcajada burbujeó en su pecho, incontenible, sacudiéndola por completo. Tuvo que darse la vuelta y salir corriendo por el pasillo antes de estallar allí mismo.

Se refugió en un recodo apartado, jadeando, las lágrimas asomando a sus ojos por la fuerza de la risa. Hacía meses, quizás años, que no reía así. La constante presión de sus padres, la carga autoimpuesta de la excelencia académica, la ansiedad por el futuro… todo eso pareció disolverse por un momento en esa risa pura y liberadora. La imagen del apasionado pero desastroso concierto privado de Hyun-woo era lo más divertido y extrañamente tierno que había presenciado en mucho tiempo. Una bocanada de aire fresco en su vida tan cuidadosamente estructurada. 😂🎸💥

Continuará en el siguiente episodio...

Fecha de Publicación del EP5:

23/04/2025 a las 6:00PM (Hora Venezuela)