El silencio de la biblioteca era ahora un lienzo tenso sobre el cual se proyectaba la mirada fija de Hyun-woo. Soo-min sintió cómo el aire se cargaba de electricidad estática mientras él avanzaba, cada paso resonando en el suelo pulido y en sus propios nervios. No había rastro de la timidez habitual en su rostro; lo había reemplazado una determinación casi febril.
«¿Será que está molesto?», pensó Soo-min, el corazón martilleándole contra las costillas. «No me reí tan fuerte, ¿o sí? ¿Por qué viene con esa mirada tan seria?»
Hyun-woo llegó frente a su mesa. Sin mediar palabra, agarró una silla cercana, la giró con un ligero chirrido que sobresaltó a Soo-min, y se sentó justo enfrente de ella, invadiendo su espacio personal, sus rodillas casi rozando las de ella. La cercanía era abrumadora.
—Soo-min… —dijo él, su voz era baja pero resonante en la quietud—. Tengo que hablar contigo sobre algo importante.
Para ocultar el temblor de sus manos y la oleada de nerviosismo, Soo-min agarró el libro de anatomía más cercano y lo abrió en una página al azar, fingiendo una concentración que no sentía en absoluto. Mantuvo la vista fija en los diagramas, aunque las palabras bailaban sin sentido.
—Dime… —respondió, esforzándose por mantener la voz neutra—. ¿Qué necesitas?
Hyun-woo se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos oscuros buscando los de ella por encima del libro. —Hace rato. Cuando entraste a la sala de música… ¿Qué te pareció lo que toqué?
La pregunta la golpeó como una descarga. La imagen de Hyun-woo, con los ojos cerrados y la pose de estrella mientras la guitarra emitía sonidos caóticos, volvió a su mente con una viveza hilarante. Sintió una burbuja de risa subiendo por su garganta y luchó desesperadamente por contenerla.
«¡No puede ser!», se regañó internamente. «Soo-min, contrólate, no te rías ahora. ¡Estás en frente de él! ¡Y parece serio!»
—Necesito saber qué te parecieron mis habilidades con la guitarra —insistió Hyun-woo, su seriedad inquebrantable—. Sabes, llevo solo dos semanas practicando en serio y… bueno, solo me gustaría saber lo que piensas. Honestamente.
«Pero no lo digas tan serio… ¡que me da más risa!», pensó Soo-min, levantando el libro un poco más hasta que casi le cubría la cara por completo. Era un escudo muy precario.
—Llevas dos semanas, ¿no? —dijo ella, su voz ligeramente ahogada por el libro—. Pues… ¿cómo te lo digo para que no suene…?
—Por favor —la interrumpió él, su tono era casi una súplica bajo la fachada de seriedad—. Dime honestamente lo que debo mejorar. Lo necesito.
Soo-min bajó el libro lentamente, encontrándose con su mirada expectante. —Pero… ¿no te molestarás, verdad? Promételo.
Hyun-woo asintió con firmeza. —Claro que no. Por eso estoy pidiendo tu opinión. Soy fuerte.
Respirando hondo, Soo-min procedió. Con la mayor delicadeza que pudo reunir, le contó lo que había pensado al verlo tan concentrado a través de la ventana, la curiosidad que sintió. Y luego, con una honestidad que le costó horrores (mientras luchaba contra el recuerdo cómico), le describió lo que sintió al oír la melodía: la falta de armonía, los acordes que parecían pelearse, el ritmo inconsistente. Le señaló, con ejemplos vagos pero claros, algunos puntos técnicos que, incluso para su oído no experto, sonaban… mal.
Habló durante unos cinco minutos, escogiendo sus palabras con cuidado, intentando ser constructiva. Cuando terminó, el silencio volvió a caer, pesado y expectante.
La reacción de Hyun-woo no fue la que esperaba (o quizás sí, en el fondo). Su rostro se contrajo ligeramente.
—¡¿Aaaah?! —exclamó, su tono subiendo una octava, con un claro matiz de molestia—. ¡Jajaja! ¡Pero si no sabes lo que dices! Es que de seguro piensas que es tan fácil moverse así por el diapasón y lograr el sonido exacto que buscas. ¡Se necesita un amplio conocimiento técnico, años de práctica, Soo-min! ¡No te pases de lista!
«¡Sí se molestó!», pensó Soo-min, encogiéndose ligeramente en su asiento. «Lo sabía.»
Pero antes de que pudiera decir nada más, añadió algo, casi a regañadientes, pero con sinceridad. —Pero sabes… a pesar de que, tal vez… objetivamente… sonaba un poco… eh… experimental —eligió la palabra con cuidado—, me pareció encantador la forma en como tocabas la guitarra. Sentí que realmente, de verdad, la tocabas con mucha pasión. Eso se notaba.
Hyun-woo, que estaba a punto de lanzar otra defensa apasionada de su (inexistente) virtuosismo, se detuvo. La miró. Vio la sinceridad en los ojos de Soo-min, más allá de la crítica técnica. La palabra "pasión" resonó en él. Su enfado defensivo se desinfló como un globo pinchado, dejando paso a una repentina oleada de vergüenza. Apartó la mirada, sintiendo cómo le ardían las orejas.
—La próxima vez… —murmuró, su voz ahora más suave, casi tímida—, no solo la tocaré con pasión. La próxima vez… voy a conquistar tu corazón con ella.
Se levantó de la silla bruscamente, girándola para dejarla en su sitio. Se dio la vuelta hacia ella, pero no la miró directamente a los ojos.
—Tú serás la primera que oiga lo que de verdad hay en mi corazón —dijo, con una mezcla de bravuconería y vulnerabilidad—. Gracias por la… honestidad, Soo-min. Nos vemos mañana.
Y sin esperar respuesta, se dio la vuelta y salió de la biblioteca a paso rápido, dejando a Soo-min sentada allí, con el libro de anatomía aún en las manos, el corazón latiéndole de forma extraña y una frase audaz y desconcertante resonando en el aire silencioso. ¿Acababa de prometerle que conquistaría su corazón con la guitarra? 🤔🎸❤️🔥