Capítulo 5: El Despertar de la Bestia

El aire vibró con una energía extraña.

Tsukihiko, con la visión nublada por el dolor, observó cómo Kaoru se tensaba, su pequeña figura rodeada por una presión que no correspondía a su tamaño.

Algo estaba cambiando en él.

Los cazadores dieron un paso atrás, la burla en sus rostros reemplazada por precaución.

—Esa… esa presencia… —murmuró uno de ellos, con la mano temblorosa sobre la empuñadura de su espada.

Kaoru respiraba con dificultad, su cuerpo vibrando como si algo dentro de él estuviera desgarrándose.

Entonces, el cambio ocurrió.

Su piel se erizó y sus pupilas se contrajeron hasta convertirse en delgadas rendijas doradas. Un fulgor extraño recorrió sus venas como si su sangre ardiera con un fuego antiguo.

Uno de los cazadores reaccionó primero.

—¡No podemos dejarlo completar la transformación!

Se lanzó con la espada en alto.

Pero Kaoru no se movió.

No necesitó moverse.

Antes de que la hoja pudiera alcanzarlo, una fuerza invisible golpeó al cazador y lo lanzó varios metros hacia atrás.

El hombre se estrelló contra un árbol con un crujido seco.

Los otros dos se congelaron.

Tsukihiko también contuvo el aliento.

Kaoru no lo había tocado.

Pero lo que más inquietaba a Tsukihiko no era la fuerza que había desplegado, sino la expresión en su rostro.

No era la de un niño.

Era la de una bestia al acecho.

---

El peso de una maldición

Uno de los cazadores intentó escapar, pero Kaoru apenas levantó una mano y una sombra oscura se enroscó en su pierna como una garra etérea.

El hombre gritó al sentir cómo la oscuridad se aferraba a su piel como llamas frías.

—¡Maldición! ¡No es un cambiaformas normal!

El otro cazador, aún paralizado, balbuceó:

—No… es imposible. ¡Los suyos fueron exterminados!

Tsukihiko captó esas palabras, pero no tuvo tiempo de analizarlas.

Kaoru apretó el puño y la sombra se contrajo.

El cazador atrapado gritó… hasta que su cuerpo cayó, inerte.

El silencio se hizo pesado.

El último cazador temblaba, pero su instinto de supervivencia lo obligó a huir.

Kaoru no lo persiguió.

Solo se quedó de pie, con los ojos dorados ardiendo en la penumbra.

Y entonces, su cuerpo tembló y se desplomó al suelo.

Tsukihiko, aún con la herida sangrando en su costado, reunió fuerzas para arrastrarse hasta él.

Kaoru respiraba con dificultad, su piel empapada en sudor frío.

—¿Kaoru? —murmuró.

Los ojos del niño se abrieron levemente.

—No… quiero… ser… como ellos…

Su voz era débil, apenas un susurro antes de caer inconsciente.

---

Huida bajo la luna

No había tiempo para preguntas.

Tsukihiko, ignorando su propio dolor, cargó a Kaoru sobre su espalda y comenzó a alejarse.

Sabía lo que debía hacer.

No podían volver al gremio. Tanaka había mencionado un contacto fuera de la ciudad, alguien que podría ayudarlos.

Si Kaoru realmente era algo más que un cambiaformas… si lo que los cazadores dijeron era cierto, entonces no podían quedarse en ningún lugar conocido.

Las tierras de nadie eran su única opción.

El camino era difícil. La sangre empapaba su costado y el peso de Kaoru lo hacía más lento, pero no se detuvo.

No podía detenerse.

El sistema no había hablado aún.

Y cuando el sistema callaba por tanto tiempo, significaba que algo grande estaba por venir.

---

Ecos del pasado

El amanecer los encontró en los límites de la ciudad

Tsukihiko encontró un—a cabaña abandonada en el bosque y se desplomó dentro, con Kaoru aún inconsciente sobre su espalda.

—Solo… un momento…

Su visión se nubló.

El agotamiento lo reclamó sin piedad.

Y en la oscuridad del sueño, los recuerdos lo encontraron.

Un niño de cabello blanco.

Ojos fríos mirándolo con desprecio.

Un sistema que le susurraba órdenes para sobrevivir.

—No debiste nacer.

—No perteneces aquí.

Eres un error.

Se despertó con un sobresalto, con el corazón latiendo con fuerza.

Kaoru seguía dormido a su lado, su respiración más estable.

Tsukihiko cerró los ojos y exhaló lentamente.

No sabía qué era Kaoru.

Pero sabía una cosa con certeza: si los Alfa lo querían muerto, debía haber una razón.

Y si él estaba en medio de todo esto…

No tenía opción.

Tendría que luchar.

Por su propia supervivencia.

Y ahora, por la de Kaoru también.