El bosque parecía infinito.
Los árboles se alzaban como sombras retorcidas bajo la luz tenue del amanecer, y la niebla se aferraba al suelo como un velo espectral. Cada paso que daban los alejaba de la ciudad… y los adentraba en lo desconocido.
Kaoru aún estaba débil sobre la espalda de Tsukihiko, su respiración irregular. Lo que había hecho a los cazadores lo había dejado agotado.
Tsukihiko sentía el peso de su propio cansancio también. Su herida ardía, la tela de su ropa pegajosa con sangre seca. Pero no podían detenerse.
El sistema había hablado.
**{Misión secundaria activada: Encuentra al Contacto del Gremio.}**
El Contacto.
Tanaka Yaeko lo había mencionado antes, pero Tsukihiko nunca pensó que realmente necesitaría buscarlo. Un informante del gremio, alguien que trabajaba fuera de la ciudad y que podría ayudar a los fugitivos.
Si el sistema le pedía encontrarlo ahora, significaba que era su única opción.
Pero había un problema.
No tenía idea de quién era.
**El último rastro de civilización**
Caminó hasta que sus piernas estuvieron a punto de fallar. El bosque se abrió lentamente hasta revelar un camino descuidado que conducía a una aldea.
O lo que quedaba de una.
Las casas estaban en ruinas, cubiertas de maleza y musgo. Paredes colapsadas, puertas abiertas de par en par, como si el tiempo hubiera devorado todo a su paso.
Tsukihiko se detuvo en el umbral de lo que alguna vez fue una taberna. Las marcas de garras en las paredes le dijeron todo lo que necesitaba saber.
—Ataque de cambiaformas… —murmuró.
Kaoru gimió débilmente en su espalda.
—Agh…
Tsukihiko lo dejó con cuidado en el suelo, apoyándolo contra una pared. El niño aún tenía fiebre.
—Aguanta un poco más —dijo, aunque no estaba seguro de si Kaoru podía escucharlo.
Tenía que encontrar agua. Algo de comida. Y lo más importante: al Contacto.
Si realmente estaba en esta zona, tendría que hacer algo para llamar su atención.
**Las huellas del Contacto**
Revisó los edificios en busca de algo útil. La mayoría de las casas habían sido saqueadas hace mucho tiempo, pero encontró una cantimplora con agua en una alacena olvidada.
Mejor que nada.
Se la llevó a Kaoru, inclinándola para que bebiera.
El niño gimió y tomó pequeños sorbos antes de volver a cerrar los ojos.
Tsukihiko suspiró y se dejó caer junto a él.
No podían seguir así.
Si no encontraban ayuda pronto…
—Así que este es el pequeño cachorro que el gremio quiere esconder.
Tsukihiko se tensó.
Una voz.
Se levantó de golpe y sacó la pequeña daga que aún tenía consigo.
Una figura apareció en la entrada de la taberna en ruinas.
Era un hombre alto y delgado, envuelto en una capa oscura con el rostro cubierto por una máscara de cuero. Sus ojos brillaban con un matiz dorado bajo la capucha.
Cambiaformas.
Y no un Beta cualquiera.
Tsukihiko pudo sentir la presión de su presencia, la forma en que su instinto gritaba "Peligro".
El hombre inclinó la cabeza, analizándolo.
—No estás en condiciones de pelear, chico.
Tsukihiko apretó los dientes.
—¿Quién eres?
El desconocido sonrió.
—El Contacto que estabas buscando.
**Un trato con el diablo**
Tsukihiko no bajó la daga de inmediato.
—Demuéstralo.
El Contacto chasqueó la lengua, divertido.
—Ah, Tanaka me dijo que eras problemático. Supongo que esperabas una contraseña secreta o algo así.
Metió la mano en su capa y sacó un pequeño pergamino con el sello del gremio.
Tsukihiko reconoció la marca de inmediato.
El Contacto se encogió de hombros.
—Ahora que establecimos que no soy tu enemigo… ¿qué tal si bajamos las armas?
Tsukihiko guardó la daga, pero no relajó la postura.
—¿Puedes ayudarnos o no?
El Contacto miró a Kaoru, aún inconsciente.
—Depende.
—¿De qué?
El hombre se agachó, inspeccionando a Kaoru con más detenimiento.
—Este niño no es un omega normal.
—Lo sé.
—No. No lo sabes.
Tsukihiko sintió un escalofrío ante la certeza en su voz.
—¿Qué es él entonces?
El Contacto se incorporó, cruzándose de brazos.
—Algo que el Consejo Alfa quiere eliminar.
—¿Por qué?
El hombre lo miró en silencio antes de responder.
—Porque su sangre… es la misma que la de aquellos que una vez desafiaron el dominio de los Alfa.
El aire pareció volverse más pesado.
Tsukihiko tragó en seco.
Kaoru… era descendiente de los mismos cambiaformas que alguna vez intentaron derrocar a los Alfa.
Y por eso lo querían muerto.
**Destino y traición**
El Contacto suspiró.
—Tienes suerte de que aún no sepan que lo estás protegiendo.
Tsukihiko sintió un nudo en el estómago.
—¿Qué quieres decir?
El Contacto lo miró con seriedad.
—Si los Alfa se enteran de que lo tienes contigo, dejarán de cazarlo solo a él… y te convertirás en su siguiente objetivo.
El peso de esas palabras cayó sobre él como una sentencia.
No había vuelta atrás.
No podía simplemente dejarlo.
Kaoru dependía de él.
Los Alfa no lo dejarían en paz, sin importar a dónde huyera.
Tsukihiko cerró los ojos un momento antes de hablar.
—¿Qué opciones tengo?
El Contacto sonrió.
—Llévalo al Santuario de las Sombras.
El nombre no le era familiar.
—¿Qué es eso?
El hombre se encogió de hombros.
—Un refugio para los que el mundo quiere olvidar.
El único lugar donde Kaoru podría estar a salvo.
Tsukihiko miró al niño dormido. Sabía que era un riesgo.
Pero en ese momento…
No tenía otra opción.
**Un nuevo camino**
El Contacto dejó caer una bolsa de provisiones a sus pies.
—Este viaje no será fácil. Hay más cazadores buscándolo. Pero si logras llegar, tal vez… solo tal vez… encuentres las respuestas que buscas.
Tsukihiko asintió, guardando la información.
El camino a seguir estaba claro.
Debía encontrar el Santuario de las Sombras.
Porque si no lo hacía…
Kaoru y él estarían condenados.