El silencio lo envolvía.
No sabía cuánto tiempo había pasado.
Su cuerpo flotaba entre la inconsciencia y el dolor, atrapado en un espacio donde el tiempo no tenía sentido.
Hasta que el frío lo despertó.
Tsukihiko abrió los ojos con dificultad. La luz borrosa de la luna atravesaba las copas de los árboles, dibujando sombras en el suelo cubierto de hojas secas.
Su primer pensamiento fue: ¿Estoy vivo?
El segundo: ¿Dónde está Kaoru?
Un pánico helado lo invadió y trató de incorporarse, solo para que un dolor punzante le recorriera el torso. Ahogó un grito y apretó los dientes.
Su herida había empeorado. La carrera frenética había abierto la piel y la sangre fresca manchaba su ropa.
Pero no tenía tiempo para preocuparse por eso.
Forzó su cuerpo a moverse y escaneó los alrededores.
Kaoru estaba a unos metros de él, recostado contra el tronco de un árbol. Su respiración era débil, pero constante.
Tsukihiko exhaló aliviado.
Lo habían logrado.
Habían escapado.
Pero el peligro no había pasado.
**Refugio en la Tormenta**
El bosque no ofrecía seguridad. No después de lo que había pasado.
Los cambiaformas que los persiguieron no tardarían en retomar su búsqueda.
Necesitaban moverse.
Pero Kaoru seguía inconsciente, y Tsukihiko apenas podía sostenerse en pie.
El sistema no había hablado desde su último mensaje.
No había guías.
No había pistas.
Solo la inmensidad del bosque y la certeza de que estaban al borde del colapso.
Tsukihiko respiró hondo, tratando de calmarse.
Piensa.
El Contacto había mencionado que el Santuario de las Sombras no estaba lejos.
Si lograban avanzar un poco más…
Un sonido lo hizo tensarse.
Crujido de hojas.
Pasos.
Su primer instinto fue tomar la daga y prepararse para pelear.
Pero cuando la figura emergió de entre los árboles, supo que no tendría que hacerlo.
No esta vez.
Era una mujer.
Alta, con cabello oscuro recogido en una trenza y ojos de un azul profundo. Su ropa era simple, pero resistente, diseñada para el movimiento.
Un aura de autoridad la rodeaba.
Cuando sus ojos se encontraron, la mujer frunció el ceño.
—Así que tú eres el que causó tanto alboroto.
Tsukihiko no respondió.
No tenía energía para discutir.
La mujer suspiró y caminó hacia ellos, deteniéndose frente a Kaoru.
—El niño… —susurró, con algo parecido a asombro en la voz.
Se arrodilló junto a él y colocó una mano sobre su frente.
Luego miró a Tsukihiko con seriedad.
—Si quieres que sobreviva, necesitas confiar en mí.
**El Umbral del Santuario**
Tsukihiko dudó.
Pero sabía que no tenía elección.
Asintió con dificultad.
La mujer no perdió el tiempo.
Sacó una pequeña bolsa de su cinturón y esparció un polvo extraño alrededor de ellos.
—Esto enmascarará nuestro rastro. No podrán seguirnos.
Luego, con una facilidad sorprendente, cargó a Kaoru en su espalda.
—Tú también necesitas ayuda.
Antes de que pudiera responder, ella lo sostuvo con un brazo y prácticamente lo obligó a apoyarse en su hombro.
Tsukihiko no tuvo fuerzas para resistirse.
Caminaron en silencio.
La mujer era rápida y conocía el bosque a la perfección. Se movía con la precisión de alguien que había recorrido ese camino cientos de veces.
El dolor en el cuerpo de Tsukihiko comenzó a nublar su mente.
Apenas registró cuando la vegetación empezó a cambiar.
L
Los árboles se volvieron más altos, sus raíces entrelazadas en formas extrañas. La luz de la luna apenas llegaba al suelo.
Entonces, cruzaron un arco de piedra cubierto de musgo.
Y todo cambió.
El aire se sintió diferente.
Más denso. Más cargado de algo indescriptible.
Tsukihiko parpadeó, tratando de mantenerse consciente.
A través de su visión borrosa, distinguió estructuras ocultas entre los árboles. Casas construidas con madera oscura, caminos de piedra apenas iluminados por faroles colgantes.
Sombras se movían en las esquinas.
Personas.
Cambiaformas.
Pero no eran como los de la ciudad.
Había algo distinto en ellos.
Algo… salvaje.
La mujer no se detuvo hasta llegar a una gran edificación en el centro del lugar.
Empujó la puerta con el pie y entró.
—¡Necesito a los sanadores, ahora!
Varias figuras se movieron al instante.
Alguien se acercó y tomó a Kaoru de su espalda.
Tsukihiko sintió cómo las fuerzas lo abandonaban por completo.
Lo último que vio fue el techo de madera ennegrecida antes de que su consciencia se desvaneciera.
**Secretos en la Sombra**
Cuando despertó, la sensación de dolor seguía ahí, pero era menos intensa.
Estaba acostado sobre un futón, cubierto con mantas.
Al moverse, sintió vendas alrededor de su torso.
Alguien lo había tratado.
—Finalmente despiertas.
Tsukihiko giró la cabeza.
La mujer estaba sentada junto a la puerta, observándolo con atención.
—¿Dónde…?
—El Santuario de las Sombras. Llegaste al único lugar donde el Consejo Alfa no puede alcanzarte.
Tsukihiko trató de incorporarse, pero ella levantó una mano.
—Descansa. Necesitas recuperarte.
—Kaoru…
—Está a salvo. Lo están atendiendo.
Tsukihiko exhaló, sintiendo cómo la tensión en su cuerpo disminuía.
Pero había demasiadas preguntas en su mente.
—¿Quién eres?
La mujer lo miró fijamente antes de responder.
—Mi nombre es Rei. Y si de verdad quieres proteger a ese niño… tendrás que estar preparado para lo que viene.
Su tono era serio.
Y Tsukihiko supo que el peligro aún no había pasado.
Había cruzado un umbral del que no podría regresar.
Y el verdadero desafío apenas estaba comenzando.