Capítulo 14: Un Susurro en la Oscuridad

La luna se alzaba sobre el Santuario de las Sombras, proyectando un resplandor pálido sobre los techos de piedra y los corredores silenciosos. Tsukihiko aún sentía la adrenalina del combate recorriendo su cuerpo mientras se sentaba junto a Kaoru en una esquina del patio de entrenamiento. Sus respiraciones eran pesadas, pero la satisfacción en sus rostros era evidente.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Tsukihiko, observando a Kaoru con atención.

El chico cerró los ojos por un momento antes de asentir.

—Cansado, pero bien.

—No deberías haber peleado.

Kaoru abrió un ojo y lo miró con diversión.

—Si seguimos protegiéndonos el uno al otro de esta manera, nunca seremos lo suficientemente fuertes.

Tsukihiko se quedó en silencio. Él tenía razón.

Ya no eran solo fugitivos escapando de los Alfa. Ahora estaban en el Santuario, y si querían sobrevivir, tenían que aprender a luchar.

A luchar de verdad.

**Sombras en Movimiento**

Cuando la mayoría de los aprendices se dispersó para descansar, Jin se acercó a ellos con su paso tranquilo.

—Buen trabajo hoy.

Tsukihiko levantó la mirada.

—¿Eso significa que pasamos la prueba?

Jin sonrió levemente.

—Pasaron esta prueba. Pero aún hay mucho por hacer.

Kaoru se enderezó.

—¿Qué sigue?

El anciano cruzó los brazos.

—Han demostrado que pueden luchar juntos. Ahora deben demostrar que pueden sobrevivir sin la protección del Santuario.

El estómago de Tsukihiko se hundió.

—¿Nos estás echando?

Jin negó con la cabeza.

—No. Pero hay una misión que solo ustedes dos pueden completar.

Kaoru y Tsukihiko intercambiaron una mirada.

—¿Qué tipo de misión? —preguntó Tsukihiko, sin poder ocultar su escepticismo.

Jin hizo un gesto con la mano y, de entre las sombras, una figura emergió.

Era el Contacto.

El cambiaformas de mirada afilada y presencia imponente los observó con una sonrisa apenas perceptible.

—Ha pasado un tiempo, cachorro.

Tsukihiko sintió cómo su piel se erizaba. Siempre que este hombre aparecía, significaba problemas.

El Contacto se giró hacia Jin.

—¿Estás seguro de que están listos?

El anciano no dudó.

—Si no lo estuvieran, no les encomendaría esto.

Kaoru frunció el ceño.

—¿Cuál es la misión?

El Contacto suspiró.

—Hay alguien que ha estado observando el Santuario. Alguien que no debería estar aquí.

Tsukihiko se tensó.

—¿Cazadores?

—Aún no lo sabemos. Pero se han detectado presencias en los límites del territorio. Quiero que ustedes dos salgan y averigüen quiénes son.

Tsukihiko apretó los labios.

Esto no era solo una prueba.

Era una trampa.

Si realmente había cazadores ahí afuera, Jin los estaba enviando como carnada.

Pero… si lograban cumplir la misión, su posición dentro del Santuario estaría asegurada.

—¿Cuándo partimos? —preguntó finalmente.

Jin asintió con aprobación.

—Ahora mismo.

**El Cazador y la Presa**

Bajo la cobertura de la noche, Tsukihiko y Kaoru se movieron a través del bosque. Sus pasos eran silenciosos, su respiración contenida.

El viento susurraba entre los árboles, arrastrando el aroma de la vegetación húmeda y… algo más.

Tsukihiko se detuvo en seco.

—¿Lo sientes?

Kaoru asintió.

—Hay alguien aquí.

La presencia era sutil, pero inconfundible. Un olor metálico flotaba en el aire. Sangre.

Se movieron con precaución hasta que vieron una figura arrodillada junto a un árbol.

Era un hombre con ropas oscuras, cubierto de heridas.

Pero lo que realmente les heló la sangre… fue el emblema en su pecho.

Era un Alfa.

Kaoru inhaló bruscamente.

—¿Qué hace un Alfa aquí?

Tsukihiko evaluó la situación. El hombre estaba herido, su respiración irregular.

No era una amenaza inmediata.

Pero si un Alfa había llegado tan cerca del Santuario… eso significaba que otros podían seguirlo.

—Tenemos que movernos.

Kaoru miró al Alfa con incertidumbre.

—¿Lo dejamos aquí?

Tsukihiko dudó. Si el Alfa moría, los suyos vendrían a investigar.

Si lo llevaban de vuelta…

—Ngh…

El Alfa gimió débilmente, abriendo los ojos.

Cuando vio a Tsukihiko, su mirada se enfocó con una intensidad feroz.

—Tú…

El corazón de Tsukihiko martilleó en su pecho.

¿Lo conocía?

El Alfa intentó moverse, pero su cuerpo no respondió.

Tsukihiko se acercó con cautela.

—¿Quién eres?

El hombre respiró con dificultad antes de murmurar:

—Soy… un traidor.

Kaoru y Tsukihiko se miraron, completamente desconcertados.

—¿Qué significa eso? —preguntó Kaoru.

El Alfa sonrió, pero era una sonrisa amarga.

—Significa… que los Alfa ya saben…

Tsukihiko sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Saben qué?

El Alfa lo miró fijamente antes de susurrar con voz débil:

—Que el último heredero de la Sangre Ancestral… sigue vivo.

El mundo pareció detenerse.

Kaoru contuvo la respiración.

Tsukihiko sintió su corazón latir con violencia en su pecho.

Los Alfa sabían sobre Kaoru.

Y ahora… estaban viniendo por él.