El aire olía a tierra húmeda y peligro inminente.
El Santuario de las Sombras se llenó de murmullos, órdenes susurradas y pasos apresurados mientras los cambiaformas se preparaban para el inevitable ataque. Algunos recogían armas improvisadas, otros se deslizaban entre las sombras con movimientos silenciosos, guiando a los más vulnerables hacia la seguridad de los túneles subterráneos.
Jin permanecía firme en el centro de todo, con la mirada afilada mientras trazaba estrategias con Rei y los demás guerreros.
Tsukihiko ajustó la daga en su cinturón, sintiendo la tensión en su propio cuerpo. Iba a pelear. No tenía opción.
A su lado, Kaoru también se preparaba, aunque su expresión era extrañamente serena.
—¿Estás asustado? —le preguntó Tsukihiko en voz baja.
Kaoru giró la cabeza hacia él.
—Claro que sí.
Su honestidad lo tomó por sorpresa.
—¿Entonces por qué pareces tan calmado?
Kaoru sonrió con tristeza.
—Porque no tengo tiempo para temblar.
Tsukihiko apretó los labios. Él tampoco.
El Alfa herido, que aún no había dado su nombre, se acercó a ellos con pasos vacilantes. Su piel seguía pálida por la pérdida de sangre, pero su determinación era evidente.
—Escuché que planean tenderles una emboscada —murmuró—. Si los Alfa creen que aún estamos escondidos aquí, podemos sorprenderlos.
Jin lo observó con atención.
—¿Y por qué habríamos de confiar en ti?
El Alfa suspiró, pasando una mano temblorosa por su cabello oscuro.
—Si quisiera traicionarlos, ya lo habría hecho.
Rei cruzó los brazos.
—Eso no es suficiente.
El Alfa la miró con seriedad.
—No quiero que ellos ganen. No después de lo que han hecho.
Su voz contenía un resentimiento profundo, casi doloroso.
Jin suspiró.
—No tenemos muchas opciones —miró a los demás—. Si vamos a pelear, debemos usar cada ventaja que tengamos.
El Alfa asintió.
—Entonces escuchen.
Se inclinó sobre el mapa improvisado que Jin había dibujado en el suelo y señaló una zona al este del Santuario.
—Aquí es donde se dividirán antes de atacar. Su plan es cercar el Santuario y quemarlo hasta los cimientos.
Rei apretó los puños.
—Malditos…
—Pero si los interceptamos antes de que se organicen… —continuó el Alfa— podríamos debilitarlos lo suficiente como para ganar tiempo.
Jin asintió lentamente.
—Bien. Entonces, eso haremos.
Las órdenes fueron dadas, y los guerreros del Santuario se dispersaron, moviéndose en completo silencio.
La batalla estaba a punto de comenzar.
**Sangre en la Niebla**
La niebla cubría el bosque como un velo espectral, amortiguando los sonidos de la noche.
Tsukihiko y Kaoru avanzaban entre las sombras, junto con Rei y otros cuatro cambiaformas experimentados. Se movían rápido y sin ruido, dirigiéndose al punto donde los Alfa se dividirían.
El plan era claro: atacar primero y desorganizar a los cazadores.
Tsukihiko sostenía su daga con fuerza, sintiendo su corazón latir con furia en su pecho. Si cometía un solo error, podría ser el final.
Kaoru a su lado parecía más relajado, pero Tsukihiko sabía que estaba concentrado.
De repente, Rei levantó la mano, indicándoles que se detuvieran.
Los Alfa estaban cerca.
Apenas visibles entre los árboles, un grupo de seis cazadores avanzaba con paso cauteloso. Llevaban armaduras ligeras y armas de plata.
Letales para un cambiaformas.
Rei les hizo una señal.
Ataquen rápido. No les den oportunidad de reaccionar.
Sin dudarlo, Tsukihiko se lanzó.
El primer Alfa apenas tuvo tiempo de girar la cabeza antes de que su daga se hundiera en su cuello. La sangre caliente salpicó la tela de su camisa cuando el hombre cayó sin hacer ruido.
Kaoru se movió a su lado, ágil como una sombra. Con un solo golpe certero, cortó la garganta de otro Alfa.
El resto reaccionó.
Uno de los cazadores rugió, transformando parcialmente sus brazos en garras negras. Tsukihiko apenas logró esquivar el ataque, rodando por el suelo antes de levantarse de nuevo.
Rei ya estaba sobre otro enemigo, su cuchillo deslizándose entre sus costillas con precisión mortal.
El combate fue rápido y brutal.
Cuando el último Alfa cayó, la sangre goteaba de las hojas y el suelo estaba cubierto de cuerpos.
Tsukihiko respiraba con dificultad.
Lo habían logrado.
Pero entonces…
Un aullido resonó en la distancia.
Y supo que la verdadera batalla apenas comenzaba.
**El Destino del Santuario**
El rugido de la guerra se extendió por el bosque.
Tsukihiko, Kaoru y Rei apenas tuvieron tiempo de recuperar el aliento antes de que nuevos enemigos llegaran. Esta vez, venían preparados.
El primer Alfa en aparecer tenía los ojos llenos de furia.
—¡Nos atacaron! ¡Mátenlos a todos!
Los cambiaformas del Santuario respondieron con fiereza.
La lucha fue caótica. Golpes, gruñidos, gritos ahogados.
Tsukihiko bloqueó un ataque con su daga, apenas desviando las garras de un Alfa mayor. Se giró rápidamente y hundió la hoja en su costado.
Kaoru se movía con una precisión letal.
Pero eran demasiados.
Tsukihiko sintió un golpe en el estómago y fue lanzado contra un árbol.
Su visión se nubló por un segundo.
Cuando volvió en sí, vio a Rei peleando contra dos Alfa al mismo tiempo.
Kaoru estaba atrapado entre tres cazadores, esquivando como podía.
Y más enemigos seguían llegando.
Estaban perdiendo.
De repente, un aullido profundo resonó en el bosque.
Uno que no pertenecía a los Alfa.
Los cambiaformas del Santuario.
Desde la espesura, Jin y un grupo de guerreros aparecieron como una tormenta, arrollando a los cazadores con una ferocidad impresionante.
La marea de la batalla cambió.
Uno a uno, los Alfa comenzaron a caer.
Tsukihiko se levantó tambaleante, agarrando su daga. Todavía podía pelear.
Kaoru a su lado sonrió.
—Esto aún no ha terminado.
Tsukihiko sonrió de vuelta.
—Lo sé.
Y con eso, se lanzaron de nuevo al combate.