Capítulo 29: El Trono de los Olvidados

El guardián se arrodilló ante Tsukihiko, su enorme cuerpo envuelto en sombras antiguas. Su armadura negra parecía absorber la poca luz que quedaba en el ambiente, y su voz resonó como un trueno lejano.

—Eres de la línea Kurayami. El heredero perdido.

Tsukihiko sintió cómo el peso de esas palabras se posaba sobre él como una losa.

Kaoru, aún sosteniendo su espada con fuerza, lo miró de reojo.

—Bueno… eso fue inesperado.

Minoru soltó un silbido bajo.

—Vaya, vaya… Esto sí es interesante.

Renji observaba en silencio, su mirada intensa.

Tsukihiko tragó saliva y dio un paso adelante.

—Si soy el heredero… entonces déjanos entrar.

El guardián levantó la cabeza, sus ojos brillando con un resplandor espectral.

—No puedes reclamar lo que es tuyo sin demostrar tu valía.

El aire a su alrededor pareció volverse más pesado.

—Para gobernar, primero debes recordar.

Antes de que Tsukihiko pudiera reaccionar, el guardián levantó una mano y el mundo a su alrededor se oscureció.

---

El Pasado Sellado

Cuando Tsukihiko abrió los ojos, ya no estaba en la entrada de la Ciudad Olvidada.

Estaba en un campo de batalla.

El cielo ardía con llamas doradas.

Cambiaformas con ojos resplandecientes luchaban contra una sombra implacable. Gritos, rugidos y el choque de espadas resonaban a su alrededor.

—¡Defiendan el pacto! ¡No permitan que los Alfa lo tomen!

Tsukihiko se giró y vio a un hombre de cabello negro, con la misma mirada dorada de Renji, su padre.

Pero este Renji era más joven, con una armadura de guerra y una espada cubierta de sangre.

Y en su brazo…

Un niño.

Tsukihiko sintió que el aire abandonaba sus pulmones.

Ese niño… era él.

—No… —susurró.

Renji entregó al niño a una mujer de cabello oscuro y le murmuró algo antes de volverse hacia el campo de batalla.

—¡Llévatelo! ¡Ocúltalo donde los Alfa jamás lo encuentren!

La mujer, con el rostro cubierto de lágrimas, abrazó al niño y desapareció entre la multitud.

Tsukihiko se quedó paralizado.

Esta no era solo una visión.

Era un recuerdo.

Todo lo que había creído sobre su vida… era mentira.

Antes de que pudiera procesarlo, el mundo a su alrededor se distorsionó.

Las sombras de los Alfa se alzaron como una ola devoradora.

Y entonces…

La visión se desmoronó.

---

El Peso del Pasado

Cuando Tsukihiko volvió en sí, estaba de rodillas en la entrada de la Ciudad Olvidada.

Kaoru estaba a su lado, con una mano en su hombro.

—¿Estás bien?

Tsukihiko respiró con dificultad.

Ahora lo entendía.

El linaje Kurayami no solo era la última resistencia contra los Alfa.

Había sido el verdadero gobernante de los cambiaformas.

Y los Alfa lo habían destruido para tomar el control.

Minoru lo observaba con una sonrisa enigmática.

—Veo que has recordado lo suficiente.

El guardián asintió.

—Ahora eres digno de entrar.

Las puertas de la Ciudad Olvidada se abrieron con un rugido metálico.

Detrás de ellas, una ciudad antigua se extendía, cubierta de enredaderas y escombros.

Pero en su centro…

Un trono de piedra negra, esperando a su legítimo rey.

Renji dio un paso adelante y le susurró a Tsukihiko.

—Ahora debes decidir, hijo.

Tsukihiko lo miró.

—¿Decidir qué?

Renji sonrió con seriedad.

—Si reclamas tu derecho… o si dejas que los Alfa sigan gobernando.

El silencio fue absoluto.

Kaoru miró a Tsukihiko, su expresión indecifrable.

—Si tomas ese trono… cambiarás todo.

Tsukihiko cerró los ojos.

El destino de todos los cambiaformas dependía de su decisión.

Y solo había una respuesta posible.

Daría inicio a la revolución.

Dio un paso hacia la ciudad.

—Vamos.

Y con eso, el destino comenzó a moverse.