Capítulo 31: El Pacto de los Reyes

El aire vibraba con una energía inhumana mientras Tsukihiko permanecía sentado en el Trono de Piedra Negra. Su piel ardía como si algo antiguo despertara dentro de él, y sus ojos dorados brillaban con una intensidad que nunca antes había sentido.

Las inscripciones en el trono se expandieron, flotando en el aire como si fueran fragmentos de una verdad olvidada.

Kaoru, Renji y Minoru lo observaban con una mezcla de asombro y cautela.

—Esto… —Kaoru apenas pudo susurrar—. ¿Qué está pasando?

Renji exhaló lentamente, su expresión más seria de lo habitual.

—El Pacto de los Reyes lo está reconociendo.

Minoru entrecerró los ojos, su mirada afilada.

—Pero esa no es la única cosa que se está activando.

El suelo tembló.

Desde las profundidades de la ciudad, un eco resonó como un latido primigenio.

Y entonces, las sombras comenzaron a moverse.

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Los Guardianes del Pacto

Desde las ruinas de los edificios cercanos, figuras comenzaron a emerger.

Eran altos, de cuerpos envueltos en una armadura oscura y rostros cubiertos por máscaras sin expresión.

Cada uno de ellos emanaba una presencia opresiva.

Kaoru desenvainó su espada, poniéndose en guardia.

—¿Amigos o enemigos?

El sistema vibró en la mente de Tsukihiko.

{Análisis en curso…}

{Identidad confirmada: Guardianes del Pacto.}

{Estado: Hostiles.}

Tsukihiko apretó los dientes.

—Definitivamente enemigos.

Los guardianes comenzaron a avanzar lentamente.

Uno de ellos alzó una mano, y el aire se volvió pesado.

Iban a atacar.

Renji chasqueó la lengua y se preparó para pelear.

—Parece que la ciudad aún no ha decidido si realmente eres su rey.

Minoru sonrió con burla.

—Siempre hay pruebas.

Y en un instante, la batalla comenzó.

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El Juicio del Pacto

Los guardianes se movieron con velocidad inhumana.

Uno de ellos se abalanzó sobre Kaoru con garras envueltas en sombras.

Kaoru apenas logró bloquear con su espada antes de ser lanzado hacia atrás.

—¡Maldita sea! —gruñó, rodando por el suelo antes de ponerse de pie.

Otro guardián atacó a Renji con una lanza negra, pero el antiguo rey lo esquivó con un salto ágil antes de contraatacar con un golpe cargado de energía.

Minoru, por su parte, esquivó con movimientos calculados, sin dejar de analizar la situación.

—Estos no son simples espectros… —murmuró.

Tsukihiko, aún en el trono, sintió que la energía dentro de él se intensificaba.

Los guardianes no eran solo enemigos.

Eran el último obstáculo antes de reclamar el Pacto de los Reyes.

Cerró los ojos, sintiendo el flujo del poder recorrer su cuerpo.

Y entonces, lo entendió.

No tenía que pelear.

Tenía que reclamar su autoridad.

Abrió los ojos y su voz resonó con una fuerza que no era completamente suya.

—¡Deténganse!

La ciudad se congeló.

Los guardianes se detuvieron en seco, como si algo invisible los hubiera retenido.

Las runas en el trono brillaron con más intensidad.

Y entonces, los guardianes se arrodillaron.

Kaoru, aún con la espada en alto, miró la escena con incredulidad.

—¿Qué…?

Renji sonrió.

—Él los controló.

Minoru cruzó los brazos.

—Vaya, parece que sí eres el verdadero heredero.

Los guardianes se inclinaron y hablaron al unísono con voces huecas.

—El linaje ha despertado. El pacto puede ser restaurado.

Y en el centro de la plaza, una nueva inscripción apareció en el suelo:

“Para gobernar a los cambiaformas, el pacto debe ser sellado con sangre.”

Tsukihiko inhaló profundamente.

Sabía lo que tenía que hacer.

Sacó su daga y pasó la hoja por la palma de su mano.

La sangre cayó sobre la piedra negra.

Y la ciudad respondió.

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El Poder Olvidado

El suelo tembló con más fuerza.

Las llamas de las antorchas se elevaron.

Y entonces, la verdad se reveló.

La Ciudad Olvidada no solo era un refugio.

Era una prisión.

Desde lo más profundo de la tierra, una energía oscura comenzó a surgir.

El aire se volvió denso, y una sensación de terror primitivo recorrió a todos los presentes.

Kaoru apretó los dientes.

—¿Qué demonios es esto?

Minoru maldijo en voz baja.

—Oh, esto es malo.

Renji frunció el ceño.

—No solo sellaron el pacto. Sellaron algo más.

Del suelo, una sombra comenzó a levantarse.

Una silueta gigantesca con ojos rojos como brasas ardientes.

Y una voz profunda resonó en la ciudad.

—Los Alfa… no son los verdaderos enemigos.

Tsukihiko sintió su piel erizarse.

Esa voz… no era humana.

El sistema vibró en su mente.

{ADVERTENCIA: ENTIDAD DESCONOCIDA DESPERTANDO.}

{RIESGO NIVEL: CATASTRÓFICO.}

La sombra se alzó por completo, tomando forma.

Era un cambiaformas… pero no como los que conocían.

Su cuerpo estaba cubierto de escamas negras, sus garras eran más largas que una espada, y su aura era tan intensa que incluso Renji retrocedió.

Kaoru desenfundó su espada con urgencia.

—¿Qué diablos es eso?

Renji apretó los dientes.

—Una aberración. Un ser nacido del poder sin control.

Minoru suspiró.

—Genial. Despertamos a un dios antiguo.

La criatura los miró fijamente.

—El pacto ha sido restaurado. Pero ahora… deben pagar el precio.

El suelo se resquebrajó bajo sus pies.

Y entonces, atacó.

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El Verdadero Enemigo

La batalla fue instantánea.

Kaoru intentó cortar al monstruo con su espada, pero su hoja rebotó contra su piel como si fuera de piedra.

Renji intentó atacarlo con energía, pero la criatura absorbió su golpe.

Minoru simplemente esquivaba, analizando.

Tsukihiko sintió el sistema gritar en su mente.

—¡PELIGRO!

Y en ese momento, lo entendió.

Este ser… no era un simple guardián.

Era el verdadero enemigo.

Lo que el Consejo Alfa había temido no era solo el poder de los Linajes Perdidos.

Era lo que los Linajes Perdidos habían sellado hace siglos.

La criatura rugió, y el sonido resonó en toda la ciudad.

Y en la distancia, los Alfa lo sintieron.

En su palacio, el Consejo Supremo se levantó de sus tronos.

Takeshi, aún vivo, sonrió con malicia.

—Así que finalmente ha comenzado.

El destino estaba sellado.

La guerra no sería solo contra los Alfa.

Sería contra algo mucho peor.